mardi 18 avril 2023
Maestros violan la Constitución en materia de libertades.
Por Héctor Díaz Revelo
El desarrollo de los pueblos exige educación gratuita y de calidad. Los docentes y los padres de familia deben saber que Colombia es un país no confesional. Que Colombia es un país laico que en materia educativa todavía se resiste a llevar a la práctica el respeto y la no imposición de una religión o de una confesión determinada.
Colombia es un país en donde el 68 por ciento de los docentes en colegios y escuelas oficiales todavía obligan a rezar a los alumnos, so pena de ser discriminados o, dicho en el argot juvenil, so pena de ser víctimas de acoso o “bullying”.
Quizás, Montesquieu tenía razón cuando hablaba del sentido real de la tiranía de la democracia o del maldito consenso. Los docentes, en cosas como la religión deben asumir que imponerla en el sector público es anti natural, anti jurídico y es una violación flagrante del libre desarrollo de la personalidad.
Los progenitores deben entender que imponer no quiere decir educar en cosas como la religión y la ética. “No, no basta rezar, hacen falta muchas cosas para conseguir la paz”.
Hay personas que creen que lo que más le interesa a la iglesia es la multitud. La cosa no es de multitudes ha dicho Francisco el papa católico. Por esto las mayorías no pueden oponerse a los docentes – que los hay – que prefieren la libertad de cultos.
Creo que poner a rezar a los alumnos como católicos sin importar la religión que profesan, es por decir lo menos, algo que va más allá “del mero cumplimiento de una obligación canónica” (para los curas) y una manera perversa de alabar o acercar la gente a sus ídolos.
En varias ocasiones, por el día del maestro o por la celebración del día de la libertad de cultos, he preguntado a docentes sindicalistas y no sindicalistas, qué ha hecho que no puedan enfrentar el mandato constitucional que habla de una Colombia no católica, no protestante, no confesional. De una Colombia laica.
Alguna vez pregunté ante un micrófono de la radio porqué los docentes se resisten – 30 años después de aprobar la nueva constitución – a cumplir la norma que impide por sentido común que pongan a rezar a sus alumnos. Es decir que los profesores les impongan la religión católica.
La respuesta siempre fue: “No tenemos a quien obedecer. Nadie nos lo exige. Porqué cumplir, si los padres de familia aplauden en mayoría que mantengamos esa costumbre de rezar”.
Alguna vez hice un editorial que cuestionaba el pobre papel de los sindicatos hacia sus bases en el sentido de no hablar y practicar lo ordenado en la constitución. Cosas como: No a la discriminación, no a la homofobia, no a la xenofobia, sí a la libertad de asociación y sí a la libertad de opinión y de cultos.
El derecho a la educación gratuita y de calidad ha quedado por desgracia reducido al cambio de nombre de escuelas y colegios por el llamativo nombre de Instituciones Educativas Municipales. Lo peor es que muchos se ufanan y defienden ese cambio superfluo.
Si no se apuran los verdaderos cambios y no se respeta la libertad de cultos es bueno tener en cuenta y aprender que en el mundo hay una tendencia – dicho sea de paso – que el celibato para los curas es un “sacrificio horrendo y antinatural, una injusticia, una regla absurda y perniciosa”. (H Abad Faciolince).
Nadie se atreve a quitar símbolos religiosos de las paredes de escuelas y colegios públicos, es decir, de las instituciones educativas. Nadie se atreve a quitar crucifijos, imágenes y cuadros, y pocos inician sus clases sin obligar a los chicos y chicas a rezar. Cosas de las mayorías, dirían algunos.
Al dar por terminado el concordato entre el Estado colombiano y la Santa Sede representante de la iglesia católica muchos agnósticos respiraron y los civiles defensores de la libertad de cultos aplaudieron. Nadie se puede mostrar en contra de la separación necesaria entre la Iglesia y el Estado.
En horabuena la sociedad colombiana "se ha secularizado aceleradamente y se ha hecho consciente de su pluralidad y diversidad, tanto en lo religioso como en lo cultural".
El cura Carlos Novoa en el programa de Los Danieles ha dicho: “La necesaria separación de la iglesia y el Estado, de que Colombia sea un país laico, no confesional y con libertad religiosa es un pedido del concilio vaticano II sobre la iglesia en el mundo actual en Gaudium et spes (Alegría y Esperanza)”.
Subraya Novoa que “Se trata de algo ético y cristiano la separación de la Iglesia y el Estado. El Estado (los docentes) no puede declararse a favor de ninguna religión. El Estado y sus funcionarios deben ser muy cuidadosos en evitar cualquier comportamiento que sugiera alguna favorabilidad del Estado con una religión X o Y”.
Lo cierto es que "Gaudium et spes" Alegría y Esperanza es un documento clave del Concilio Vaticano II que busca establecer la posición de la Iglesia Católica en relación con el mundo contemporáneo, abordando una amplia gama de temas sociales, culturales y éticos, y promoviendo una visión integral del ser humano y su relación con Dios y con el mundo.
No pueden entonces los docentes, hombres y mujeres, dar preferencia a sus propias creencias; no pueden dar preferencia a ninguna religión, sean o no ellos y ellas mismas, practicantes. Aún si fueran ellas o ellos ateos, no pueden hacer, no deben hacerlo porque se trata de establecimientos públicos, de la educación pública por la que han luchado y perdido la vida tantos jóvenes y jovencitas.
Por lo demás, es casi normal que haya esa resistencia al cambio.Pero que esta resistenca provenga de educadores de masas, de conductores de la vida en sociedad es, en mi opinión, reprochable y anacrónico a la vez.
Las mayorías, cosas de la democracia, cosas de la tiranía de las mayorías (Montesquieu), no es una justificación para que el gobierno NO obligue, sí que NO obligue a sus funcionarios y empleados (docentes) a evitar como dice la Constitución Nacional que se irrespete esa libertad religiosa en un país laico y que para empezar clases en la escuela y los colegios se debería dejar de rezar.
Esto de seguir así podría considerarse un abierto abuso del poder. Queda abierta la discusión. “No, no basta rezar, hace….”
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