lundi 23 décembre 2024
Sentado ante el tablero mundial, la hegemonía USA y los factores de Poder.
Por Héctor Díaz Revelo.
He escogido para esta tarde, dos autores: Zbigniew Brzezinski que se refiere a la supremacía de USA y sus imperativos geoestratégicos en su libro El Gran Tablero Mundial y Noam Chomsky, quien desde las entrañas del imperio se refiere a la Hegemonía o Supervivencia, la estrategia imperialista de los Estados Unidos.
Me preocupa el papel de los dueños del mundo y los factores de poder. Me asalta la duda sobre la real supremacía de Estados Unidos, la geoestrategia y las guerras preventivas, teniendo en frente a la China, Rusia y hasta los miembros BRICS.
Estos son temas que merecen una reflexión cuidadosa, ya que ambos autores ofrecen perspectivas complementarias pero muy distintas para entender la política exterior estadounidense.
Ganó las elecciones la ultra derecha encarnada en Donald Trump como escribió el periodista Servio Tulio Díaz en X: Ganó el "primer delincuente convicto".
Vamos por partes y disculpen que no haga citas textuales, que es lo que se acostumbra en estos conversatorios.
Comencemos con: Zbigniew Brzezinski.El Gran Tablero Mundial (1997) "La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos". Brzezinski, quien fue asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, analiza la geoestrategia estadounidense desde una perspectiva “realista”. Según él, Estados Unidos debe actuar como una potencia global, y su hegemonía es clave para mantener el equilibrio de poder en el mundo.
También describe el mundo como un tablero de ajedrez geopolítico en el que Eurasia es el terreno más importante para el dominio global. De manera general voy a citar los que en mi opinión son sus principales puntos: Eurasia (Europa y Asia) es el centro geoestratégico del mundo, y quien controle esta región puede dominar el destino global.
“La supremacía de Estados Unidos no solo es deseable, sino necesaria para evitar el surgimiento de una potencia rival que pueda desafiar su influencia. Estados Unidos debe utilizar su poder económico, militar y diplomático para evitar que potencias regionales (como Rusia o China) consigan justamente dominar Eurasia”.
Brzezinski plantea la necesidad de que Estados Unidos actúe de forma preventiva y controlada en la política internacional, utilizando tanto medios diplomáticos como militares para salvaguardar su supremacía global. Pero en esencia, imagínense ustedes que, Brzezinski habla de una "estrategia lógica", a la vez que justifica la hegemonía estadounidense en términos de geopolítica clásica, en la que los intereses de la seguridad nacional y el control de recursos estratégicos son primordiales.
Desde esta perspectiva, las guerras preventivas (o la intervención militar antes de que surja una amenaza directa) son vistas como parte de una estrategia lógica para mantener el orden global bajo los intereses de Estados Unidos.
Noam Chomsky. Hegemonía o Supervivencia. (2003) "La estrategia imperialista de los Estados Unidos". El autor ofrece una crítica feroz al imperialismo estadounidense, desde las mismísimas entrañas del imperio.
Para Chomsky, la política exterior de Estados Unidos no está motivada por la seguridad global ni por la estabilidad, sino por la búsqueda de la hegemonía y el dominio económico y militar del mundo.
Chomsky argumenta que: “Estados Unidos actúa como una potencia imperial que busca asegurar su control global a través de la violencia militar, las intervenciones y las guerras preventivas, no para proteger a la humanidad, sino para asegurar su propia supremacía económica y política”.
Denuncia la doctrina de las guerras preventivas como un pretexto para invadir países que no representan una amenaza inmediata, pero que pueden ser estratégicamente importantes (por recursos o ubicación geopolítica), como fue el caso de Irak en 2003.
Chomsky sostiene que estas políticas no solo causan miles de muertes civiles, sino que también desestabilizan regiones enteras, y a largo plazo pueden poner en peligro incluso a Estados Unidos, ya que fomentan resentimientos, fomentan lo que para el gobierno gringo es el terrorismo y lo que son los conflictos.
El autor ve el uso del poder militar de Estados Unidos como una amenaza no solo para los países que sufren las intervenciones, sino para la supervivencia global, ya que el unilateralismo y el uso desenfrenado de la fuerza pueden desencadenar conflictos a gran escala o incluso guerras nucleares.
Chomsky critica la política exterior estadounidense como moralmente indefendible y peligrosa para el mundo, argumentando que su búsqueda de la hegemonía global pone en riesgo tanto a otros países como a su propia población.
Creo que hay algo de convergencia entre ambos autores. Coinciden en el diagnóstico de que Estados Unidos es (dos décadas atrás y ahora mismo) la principal potencia mundial y que utiliza su poder para modelar el orden global. Sin embargo, su justificación y valoración de este poder difieren significativamente.
Brzezinski, ve la hegemonía estadounidense como necesaria y legítima. Cree que, en el contexto de la geoestrategia global, la supremacía de Estados Unidos es un mal necesario para mantener el orden y prevenir la aparición de potencias rivales que puedan desestabilizar el mundo.
Chomsky, por su parte, considera que esa hegemonía es injusta e inmoral, y denuncia las intervenciones militares como una forma de imperialismo que beneficia a una élite económica, al tiempo que destruye vidas y regiones enteras.
Desde su perspectiva, las guerras preventivas son un pretexto para el dominio, no para la seguridad. ¿Y las llamadas guerras preventivas? me pregunto. La doctrina de las guerras preventivas, en particular después del 11 de septiembre de 2001, ha sido un punto central de la política exterior de Estados Unidos, justificando por ejemplo y sin sonrojarse, la invasión de Irak en 2003, entre otros conflictos.
Este enfoque, defendido en parte por la geoestrategia de Brzezinski y criticada fuertemente por Chomsky, ha resultado en miles de muertes civiles y el deterioro de la estabilidad global.
Para muchos, las guerras preventivas han generado un efecto contrario al deseado, alimentando el terrorismo, la inestabilidad política y el resentimiento global hacia Estados Unidos. No lo digo yo, he dicho, para muchos. Ustedes pueden navegar en la red y encontrar defensores y enemigos de esta premisa.
A nivel ético, las guerras preventivas han sido comparadas con la violación de la soberanía nacional y los derechos humanos, creando un paralelo con prácticas condenadas por la comunidad internacional, como, por ejemplo, los abortos clandestinos, que también implican el riesgo de muertes evitables debido a la falta de seguridad o de alternativas justas y accesibles.
Basta con revisar lo que está ocurriendo en Ucrania y con el empobrecido e indefenso pueblo Palestino, ver cómo juegan los factores de poder, la propaganda mundial y las amenazas cibernéticas.
Entonces en este debate, es crucial entender que Brzezinski y Chomsky representan las dos caras del análisis sobre el papel de Estados Unidos en el mundo. Bien es cierto que pude haber acudido a otros estudiosos como Enrique Dussel, Cristina Martín o Ramón Grosfoguel.
Brzezinski, repito, se enfoca en la realpolitik y la necesidad de controlar el tablero global, justificando la supremacía de Estados Unidos como un mecanismo de estabilidad, mientras Chomski, por el contrario, expone cómo esa hegemonía puede ser perjudicial para la humanidad, especialmente cuando se basa en la dominación militar y la guerra.
Ambas perspectivas son necesarias para comprender la complejidad del papel de Estados Unidos en el mundo moderno, pero también invitan y yo también en esta tarde, a reflexionar críticamente sobre las consecuencias humanitarias y los costos éticos de una política exterior basada en la supremacía y la violencia.
Por otro lado, y por el mismo, los llamados factores de poder, como el mercado de armas, el narcotráfico y el sistema financiero, juegan un papel crucial y a menudo invisible en el panorama geopolítico y en la dinámica de poder.
Estos factores de poder son fuerzas independientes o paralelas que moldean, refuerzan y en ocasiones condicionan las decisiones políticas de presidentes y jefes de Estado.
Sin pretender, extenderme demasiado demos un vistazo a estos fenómenos que dicho sea de paso no son tratados por estos dos autores. Los analizan en detalle Cristina Martin y Daniel Estulin, entre otros.
Vamos a analizar cómo cada uno de estos elementos opera en este contexto y por qué se les puede considerar una "espada de Damocles" que pesa sobre los líderes mundiales.
El comercio internacional de armas es uno de los negocios más lucrativos y poderosos a nivel global. Este mercado no solo abastece a los ejércitos formales de los Estados, sino también a actores no estatales, como guerrillas, grupos insurgentes, grupos parapoliciales y paramilitares, así como las milicias.
En muchos casos, los conflictos armados prolongados y las guerras preventivas, como - las justificadas por Brzezinski - en su análisis geoestratégico, son alimentadas por el flujo incesante de armas.
Las empresas armamentísticas tienen un interés directo en la prolongación de los conflictos, ya que generan miles de millones de dólares en ventas(Estados Unidos e Israel). Esto crea una presión constante sobre los gobiernos para no detener intervenciones militares o guerras que, en teoría, protegen la hegemonía global.
Lo cierto es que las grandes corporaciones armamentísticas, especialmente en Estados Unidos, tienen una influencia significativa en la política interna y externa del país. A través de un poderoso cabildeo (lobby), ejercen presión sobre presidentes, congresistas y líderes mundiales para que tomen decisiones que beneficien sus intereses económicos. Esto incluye el apoyo a la proliferación de guerras preventivas y la intervención militar como solución a las crisis geopolíticas.
Y qué decir del impacto del mercado de armas en la seguridad global. En un ciclo vicioso, alimenta los conflictos y genera inestabilidad en regiones enteras. Países en conflicto que reciben grandes cantidades de armamento suelen quedar atrapados en guerras civiles prolongadas o conflictos regionales que a su vez justifican nuevas intervenciones y más compras de armas.
El narcotráfico o el mercado de las drogas, es otro factor de poder global que actúa en paralelo a los Estados y a menudo los pone en una situación de vulnerabilidad. Su impacto en la geopolítica y en la seguridad de los países es inmenso, Los carteles de drogas tienen el poder de desestabilizar gobiernos y corromper instituciones a través de la violencia y la corrupción, bajo la lupa del Pentágono y el comando sur.
Nuestro país y México han visto cómo el narcotráfico ha debilitado sus estructuras de seguridad y ha fomentado un clima de violencia endémica. Este contexto de violencia justifica a menudo la intervención de potencias extranjeras, especialmente bajo la justificación de la "guerra contra las drogas" en un siniestro movimiento e intercambio de armas y drogas. (Ver: Plan Colombia).
Es así, cómo la fallida "guerra contra las drogas" es una de las razones que se han utilizado para justificar intervenciones en América Latina y otras regiones, pero también ha sido un vehículo de control político.
Estados Unidos ha utilizado el narcotráfico como una excusa para intervenir en la soberanía Colomba y otros países de la región, muchas veces bajo la influencia de intereses económicos y estratégicos que no están relacionados directamente con la fallida “lucha” contra las drogas.
Así, entramos en el tercer factor de poder: el sistema financiero. El narcotráfico genera ingresos multimillonarios que se integran en el sistema financiero mundial a través del lavado de dinero. Las armas se negocian en dólares, para lo que sobran explicaciones. Esta infiltración en la economía formal vincula a bancos, sistemas financieros y empresas en una red de complicidad que es difícil de desarticular.
Los carteles de drogas ejercen influencia incluso sobre gobiernos debido al poder económico que detentan. El sistema financiero internacional juega un rol crucial en la geopolítica y en la hegemonía de Estados Unidos, pero también actúa como un arma de doble filo que condiciona y limita las acciones de muchos gobiernos.
Los gobiernos, especialmente los de países en vías de desarrollo, están en gran medida a merced del sistema financiero global, liderado por instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Los gobiernos que se autoproclaman como alternativos, progresistas o de izquierda, sucumben ante estas presiones.
Estas instituciones, dominadas por las grandes potencias, especialmente Estados Unidos, imponen políticas económicas que pueden restringir la soberanía de los Estados en desarrollo. Es obvio concluir que este control financiero es una herramienta de hegemonía global que mantiene a muchos países en un estado de dependencia estructural.
Este dinero ilícito proveniente del narcotráfico, la venta de armas y otros mercados ilegales se introduce en el sistema financiero a través de paraísos fiscales y bancos internacionales.
Estas prácticas fortalecen a las élites económicas y políticas, mientras socavan la estabilidad económica y social de los países más vulnerables. Las naciones que no colaboran con el sistema financiero global pueden verse aisladas o sancionadas, como ha ocurrido con países como Irán o Venezuela. Por eso tiene sentido denominarlos como los dueños del mundo o como Cristina Martín, “los amos del mundo”.
El sistema financiero es clave en el sostenimiento de la economía del conflicto, permitiendo que países y empresas privadas financien guerras, compren armamento y mantengan redes de poder que alimentan la perpetuación de la violencia global. Por ejemplo, muchas transacciones que financian conflictos armados, tráfico de armas o drogas, pasan por los sistemas financieros globales sin ser detectadas o sancionadas con la complicidad de bancos internacionales.
Son como he dicho, los factores de poder como una "espada de Damocles". Estos factores de poder son una "espada de Damocles" sobre presidentes y jefes de Estado porque crean una presión constante sobre los líderes para tomar decisiones que beneficien a estas fuerzas, muchas veces en detrimento de los intereses nacionales o del bienestar de la población.
Algunos de los efectos más significativos de esta presión son: Decisiones condicionadas a que los gobiernos, especialmente los más débiles o dependientes de préstamos y ayuda internacional, se vean obligados a ceder a los intereses de las grandes potencias o de las corporaciones globales, limitando su capacidad de acción soberana.
Hablando de autonomía, incluso grandes potencias como Estados Unidos, si bien son actores principales en la creación de estas estructuras de poder, también son rehenes de su propia maquinaria. La complejidad del sistema financiero, la presión del cabildeo (lobby) armamentístico y los intereses económicos de corporaciones internacionales limitan la capacidad de los líderes para actuar con total libertad.
Se puede concluir con mucho esfuerzo para mí, que estos factores de poder como el mercado de armas, el narcotráfico y el sistema financiero son actores globales con una capacidad inmensa para influir en las políticas de los Estados y en la geopolítica mundial. Mientras que en el marco geoestratégico de autores como Brzezinski, el uso del poder militar y la hegemonía estadounidense pueden verse como una forma de controlar estos elementos, autores como Chomsky advierten de los riesgos y consecuencias devastadoras de permitir que estos factores se sigan entrelazando con los intereses de los Estados. De momento parece no haber una salida digna a este realista panorama planetario.
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