dimanche 20 juin 2010

Colombia: Santos, rehén de la corrupta clase política.


Desdeñando las acusaciones contra Juan Manuel Santos que dicen tener nexos económicos con la firma Unión Temporal Disproel, contratada por la registraduría del estado civil, responsable en Colombia de los procesos electorales; y con una fuerte presión paramilitar en buena parte del territorio colombiano, ha ganado las elecciones en segunda vuelta con apenas unos 9 millones, lo que significa menos del 30 por ciento del total de colombianos aptos para votar.

Lo hemos dicho hasta el cansancio que en los últimos 30 años todos los presidentes han sido ilegítimos por no alcanzar por lo menos el 51 por ciento de la votación total y con una abstención que se supone por esta vez se organizará para enfrentar el militarismo, la exclusión social y la permanente violación de los Derechos Humanos.

Hablo de numerosos, millones de personas que se abstienen de votar, porque no creen en los políticos, no creen en los partidos y mucho menos en la política. Ellos, 56 de cada cien aptos para votar, hoy también demostraron la sensación de que votar no repercute en sus intereses, en sus ideas o en su concepto de la vida pública.

Ellos, esos abstencionistas, saben que el modelo económico, político y social imperante, debe ser cambiado pero no como lo quiera la burguesía colombiana sino que hay necesidad y urgencia de arrancarle a las malas nuevas conquistas, por la igualdad y la justicia, por la democracia real y por el respeto a los derechos humanos. Saben que la única oposición política real que existe en Colombia, hablo de la oposición armada, debe ser fortalecida y que tomando calles y avenidas, luchando de su mano, habrá mejor futuro para el país, para las mayorías y que los de siempre esta vez, no pasarán.

El nuevo rehén tendrá que agradecer la mano que le ha dado de comer hace ocho años desde la casa blanca, en los Estados Unidos. Ya no serán siete las bases militares sino las que quiera el imperio para recolonizar nuestra américa latina. El nuevo rehén no podrá ocultar sus pretensiones fascistas, no podrá sino fortalecer el militarismo y la persecución a defensores de derechos humanos, porque en su gobierno, pensar seguirá siendo un delito.

Andan felices consejeros que al oido de Santos como José Obdulio Gaviria y Fernando Londoño Hoyos, reclaman a gritos en Colombia el restablecimiento de la justicia penal militar, lo que significa darle cuerpo a la dictadura civico-militar; ampliar la cobertura del fuero militar, lo que representa más impunidad frente a los delitos de lesa humanidad; y, finalmente, felices porque ahora ya no serán pagados fuera de ventanilla los falsos positivos, los asesinatos extra-judiciales sino que habrá aumento de salarios para los abyectos generales de la república.

Con el pronunciamiento de la corte suprema, los guerreristas sufrieron paralelamente a los resultados electorales del domingo, al escuchar que Alvaro Uribe no podrá ser candidato a la presidencia en el año 2014. Así de esta manera, pierde el paramilitarismo, pierde la mafia del narcotráfico y pierde una nueva casta política que tenía en sus planes gobernar con Santos hasta el 2014 y continuar cuatro años más con Uribe.

La clase política, esa misma que compró votos, que presionó a votar a punta del miedo y la amenaza paramilitar en campos y ciudades, esa misma dueña del fortín burocrático y de la clientela en la llamada provincia, léase, departamentos distintos a Cundinamarca y al distrito especial de Bogota, capital colombiana, está feliz porque como siempre, ha vuelto a tener un presidente rehén, un títere en la casa de Nariño.

El establecimiento, la gran burguesía, de la cual hace parte la familia Santos propietaria del conglomerado Casa Editorial El Tiempo y City Tv, entre otras, tiembla al ver que las cosas no salieron como esperaban, en el sentido de ver un clamor ciudadanos en la urnas que podría mermar el abstencionismo.

Eso no fue así, pero como decimos, Santos en el nuevo rehén de la clase política, porque atras quedan las palabras ‘desastre electoral’, y ‘catástrofe política’, si ahora podrán repartirse el botín con la milimetría de hace cuatro décadas, con la voracidad de sus aliados, de los patos que se subieron al bote a última hora y de quienes borraron de un plumazo los partidos tradicionales.

Solo con al fin de mostrar el poder alcanzado por la maquinaria política y clientelista que llevó a Santos a la presidencia digamos que su patrón Alvaro Uribe obtuvo en 2006 , un total de siete millones 300 mil votos y en segunda vuelta su clon militarista alcanzo los nueve millones de sufragios. La abstención superó el 56 por ciento.

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