lundi 9 novembre 2020
Desigualdad. Cruda realidad de 'Colombia in my arms'. Documental
Por Héctor Díaz Revelo.
En medio de la pandemia y las restricciones que hay en España sobre movilización, distancias y bioseguridad, caminando por la calle Santiago de Valladolid llama la atención un gran cartel en donde se lee: Colombia in my arms.
Había tres rostros en segundo plano, de tres personas que luego sabría que eran: un guerrillero, una congresista de derecha y un "niño" de la sociedad colombiana, más precisamente de la élite bogotana. Entrevisté a sus autores: Jenni Kivisto y Jussi Rastas, de origen finlandes.
Así comenzaba como cada año la Semana Internacional de Cine de Valladolid, conocida con la sigla Seminci. Anunciaban que el aforo sería controlado y no más allá del treinta por ciento. Además, la compra de entradas solamente era en línea o, como dicen ahora, “onlain” (online).
Al ver el documental para mí, ninguna sorpresa. O quizás sí. El solo hecho de dejar que la Colombia profunda se exprese y que no se oculte la verdad en el sentido de que los mayores problema del país son la desigualdad, el hambre y el empobrecimiento de cientos de familias (que no tienen otra forma de vida que la siembra y cultivo de hojas de coca) es un avance.
Conozco por mi trabajo periodístico la miseria en que se ha sumido la costa pacífica colombiana y especialmente la rica región pacífica nariñense. En los últimos cinco gobiernos departamentales, llamados gobiernos alternativos, el atraso y la brecha entre pobres y ricos se ha incrementado de manera grosera.
Ni alternativos ni progresistas. La muerte acecha, el saqueo persiste y la corrupción administrativa campea. Ni Cuellar, ni Navarro, ni Zuñiga, ni Delgado, ni mucho menos Romero dieron la pauta para mejorar tal situación, más que incrementar el número de soldados y policías que actúan en connivencia con paramilitares, en Tumaco y sus alrededores.
Al terminar la película he abordado a los jóvenes documentalistas finlandeses que vivieron 18 meses en Colombia. Cinco de ellos los pasaron en un campamento guerrillero en la zona de la perla del pacifico, Tumaco.
¿Qué vieron? Fue mi pregunta. Aunque debí preguntar qué fue lo que les dejaron ver mientras estuvieron en Colombia. Y la respuesta de Yussi Rastas fue directa: desigualdad.
Ella, Jenni Kivisto, agrega que también vio la falta de oportunidades para la gente. Dice que hay gente que en este país termina justificando la guerra desde diferentes ángulos. El título, Colombia fue nuestra (Colombia in my arms), querría decir que alguna vez Colombia fue de los indígenas, Perogrullo; fue de los negros, de los campesinos, de los estudiantes y trabajadores. Esta es una Colombia que se desvanece en manos de cinco familias sin importar la suerte de las mayorías.
Pocos documentales y películas muestran esta verdad. La mayoría, por no decir todos, al tenor de lo que les dicen los dueños del poder exhiben como problema mayúsculo el narcotráfico y todos sus tentáculos para ocultar realidades. Creo que llegar a constatar que el narcotráfico es un asunto colateral no solo es bueno para que la “comunidad internacional” entienda la desesperanza en que viven cientos de colombianos, algo más de 18 millones considerados bajo índices de miseria absoluta.
Jussi Rastas sostiene que la influencia del gobierno de los Estados Unidos es evidente. “Es lo que pasa en muchos países del mundo”, agrega. En la zona costera de Nariño hay mucha calidez entre su gente, sostiene Jenni, al tiempo que se lamenta de las grandes diferencias sociales, de lugares de negros, indígenas y campesinos en completo abandono.
A nivel nacional el documental muestra, en la tozudez de la derecha arcaica y criminal, a una de las figuras más detestables: la congresista María Fernanda Cabal, cercana a uno de los gremios de mayor influencia con el paramilitarismo (como los ganaderos agremiados en Fedegan, en donde su marido funge como presidente). Tenía que ser ella, la mediática y la que cree que aún existe la Unión Soviética, aunque a la pregunta de por qué ella y no otro miembro de esa derecha oprobiosa la respuesta de los documentalistas fue: “Pensamos primero en el esposo de la Cabal, pero ella misma se ofreció a ser parte de la película”.
Como salido de una manigua mágica y espectacular, el documental muestra los intríngulis en los que se mueve Ernesto, un guerrillero de las Farc, que comparte cosas en un campamento en el occidente nariñense. Él prefiere seguir hablando de paz, mientras en sus narices nada ha cambiado ni está por cambiar. Su mirada y su discurso caen en el vacío. No creo que Ernesto haya sido buscado a propósito, aunque a la pregunta de por qué no presentar, por ejemplo, la visión de una mujer combatiente, la respuesta de los documentalistas fue: “No encontramos la persona apropiada”.
Entre la beodez literal y mental, el documental acude a una figura que mucha gente creía extinguida. Entre manteles, copas (vasos) de whisky, cuadros de la pintura, cortinas y adornos centenarios o milenarios, y corredores y salones aparece la figura de, como decimos en Colombia, “un niño bien”. Ante la cámara balbucea: “Como este cigarrillo se consumen hoy la oligarquía, la aristocracia y la burguesía juntas”, dice entre el vaho de su tabaco y su mirada perdida. A la pregunta de por qué ese recurso, la respuesta de los documentalistas fue: “Una es la Colombia de las ciudades, con corridas de toros y la vida aristocrática y otra, muy diferente, la que vimos y mostramos en el documental”.
Entonces, lo que en principio les inspiró para hacer “algo poético” entre los años 2017 y 2018 en Colombia, termina siendo no otro diagnóstico como a los que nos tienen acostumbrados la televisión y la radio de los dueños del poder, sino una disección del "cuerpo" Colombia, que se ve y se toca en zonas en las que se suponía que el posconflicto estaba caminando. Terminan mostrando en una cámara que esto no es ni ha sido poético: la vida no vale nada y los mismos de siempre campean a sus anchas sembrando hambre, miseria y sangre por doquier.
Al final de nuestra entrevista, los finlandeses descubren que la paz, tan cacareada por la guerrilla de las Farc y el gobierno (como dice uno de los documentalistas), “ya no se veía tan obvia”. Esto me hace pensar que como muchos colombianos diremos que, mientras no se ataque la desigualdad y la pobreza, hablar de paz es realmente un ejercicio poético. Este es y será un discurso que conviene a quienes detentan el poder y a quienes viven de espaldas a la realidad del país más geoestratégico y geopolítico para los intereses foráneos y locales.
lundi 21 septembre 2020
Terrorismo de Estado: Objetivo los jóvenes
Los padres de familia y los adultos en general se preguntan, con razón, porqué en los últimos años se está matando tantos y tantos jóvenes. Se preguntan qué es lo que está pasando con ellos. Todo parece indicar que se trata de callar lo que ahora los jóvenes se están enterando. Las redes sociales, han abierto a los jóvenes los ojos y los oídos sobre las causas del problema de desigualdad, la exclusión y la violación permanente de los Derechos Humanos.
Unos jóvenes universitarios se dieron a la tarea de averiguar el problema y entre otras cosas han descubierto los siguientes puntos: De cada diez encuestados, los profesionales (abogados, sociólogos, maestros, periodistas, y otros), de todos ellos, ocho creen que la causa está en el acceso de los jóvenes a las redes sociales.
A la pregunta de, qué tienen que ver las redes sociales, el informe de los universitarios dice que según encuestas los jóvenes pasan la mayor parte de su tiempo en las redes sociales, cosa que se ha aumentado con la pandemia del covid19.Hoy saben más que ayer. Saben de todo y no se quedan quietos, reaccionan.
Explican, "que los jóvenes encontramos en las redes lo que NO se encuentra en la casa, en la escuela y la televisión".
La asociación de sicólogos y terapeutas para casos de jóvenes, dice que Ellos piensan que para nosotros los jóvenes, las redes sociales están llenando esos y muchos vacíos, que incluyen también el supuesto de tener más y más amigos. Por lo menos, eso dicen los jóvenes en sus entrevistas. Los orientadores de los colegios y escuelas, están de acuerdo con esta teoria.
Las autoridades de policía y otros investigadores piensan que hay unos individuos y organizaciones desde dentro de las redes sociales que envían a los jóvenes mensajes de rebeldía y protesta sin razón evidente. Denuncian que hay gente detrás o dentro de las redes con mensajes propios para los jóvenes en la redes sociales. Citan por ejemplo, mensajes de nuevo mundo, de rebeldía, de toma de calles y plazas, de la venida del mesías, de nuevas religiones, de la presencia de sectas religiosas y satánicas, entre otras.
En otros campos, se ha llegado a decir que los jóvenes también son manipulados porque se pasan todo el tiempo en juegos electrónicos y por ahí cerquita, también en páginas de pornografía. Que hay jóvenes metidos tanto en los juegos, como en el porno, y que la vida no les importa; su familia, menos; y que reaccionan con facilidad a cualquier convocatoria en las calles para protestar por todo.
El estudio de los universitarios, estudiantes de casi todas las carreras, hace especial énfasis en que ahora los jóvenes tienen más caminos para conocer la otra cara de lo que los medios de comunicación, la televisión, la radio y los canales privados pre y post pagos, están diciendo a la gente diariamente. Esos son los desinfomadores y manipuladores de la opinión pública.
También se dice que los jóvenes no tienen alternativas y que son llevados por la desesperación a formar parte de grupos armados. Jóvenes que aprenden a matar. Jóvenes que ante la imposibilidad de entrar a un colegio de bachillerato o una universidad, entran a las filas del ejército y de la policía, de los grupos 'irregulares' y de los paramilitares. Algunos niegan, que se trate de una siniestra estrategia de golpear a los jóvenes como nuevos protagonistas de la luchas sociales.
Hace poco, decían esos medios, que el gran problema del país eran las guerrillas. Todo lo que pasaba en éste país era culpa de las Farc o del ELN. Que el hambre y la pobreza era culpa de las guerrillas. Que la falta de vías y de vivienda para la gente, era culpa de las guerrillas. Que todo era su culpa, creando en la mente de los jóvenes una forma de desviar la verdadera causa y motivo de la crisis social del país.
Luego, vino un proceso de paz y esos medios de comunicación empezaron a decir que el problema del país era ese proceso de paz, mal hecho, sin consulta popular, sin respaldo, etc., y sumado al narcotráfico, como un mal mayor. Los medios de comunicación dedican casi el 70 por ciento de sus informativos en hacer creer que esos son los problemas del país. Por fortuna, al llegar a las redes sociales las cosas han cambiado ante la mirada expectante de cientos de jóvenes.
Las redes sociales, pueden ser todo lo que los adultos digan, pero en el fondo hoy están dando a los jóvenes la oportunidad de saber realidades que desconocían. Pueden decir lo que quiera de las redes sociales, pero lo cierto es que los jóvenes están descubriendo que la raíz del problema de Colombia está en los índices de desigualdad crecientes. Entre los países del mundo estamos entre los cinco países más desiguales y eso lo saben los jóvenes hoy, a través de las redes.
Los jóvenes de hoy están sabiendo que hay unos pocos que ganan mucho. Que hay unas pocas familias que se benefician de las riquezas del país mientras se niegan los derechos de la gente a la educación, la salud y la vivienda. Los jóvenes ya saben que no pueden seguir creyendo en esos medios de comunicación, en la televisión y en la radio, que les han escondido cosas importantes para tener conciencia de la realidad. Si los jóvenes reaccionan, la respuesta es represión.
Esos medios dicen que el problema ahora es el narcotráfico y el proceso de paz, pero prefieren esconder la presencia del paramilitarismo. Paramilitarismo que como ha quedado comprobado subsiste apoyado por la fuerza pública y los nuevos ricos, léase, mafiosos. Esconden esas cosas porque los dueños de los medios de comunicación, la televisión y la radio, son tres familias ricas y poderosas, a quienes no les conviene que los jóvenes y la gente conozcan la verdad. El paramilitarismo ha puesto el ojo en los jóvenes. La policía y el ejército han puesto los ojos en los jóvenes. Y todo esto porque los jóvenes hoy saben más verdades a través de las redes sociales.La ultra derecha les declara la guerra a los jóvenes.
Antes mataban más defensores de derechos humanos, profesores, periodistas, lideres estudiantiles, sindicalistas, mujeres en la lucha por sus derechos, indígenas y campesinos, líderes sociales, porque solo ellos sabían algo y reaccionaban y protestaban por la desigualdad y los malos gobiernos. Hoy los jóvenes colombianos se suman a esa lucha, y claro, son eliminados a diario por agentes del Estado.
Los estudiantes también eran y son víctimas, pero ahora son más jóvenes los que se arriesgan a luchar porque saben cosas que no querían que se sepa. Jóvenes sin estudio y jóvenes en bachillerato. Jóvenes sin trabajo y jóvenes con trabajos precarios y que son explotados. Jóvenes en general, que no tienen oportunidades. Todo aqui funciona para proteger intereses de unas cuantas familias. Y hay jóvenes que ahora mismo, afortunadamente, se unen en la lucha con universitarios y profesionales.
Mi opinión es que esto no puede seguir así. Ahora, cuando los jóvenes empiezan a conocer la realidad en buena parte gracias a las redes sociales y a plataformas de internet, no pueden ser blanco de los agentes del Estado. Los jóvenes no pueden seguir siendo eliminados por el solo hecho de que empiezan a pensar diferente.
Los jóvenes, hombres y mujeres, no pueden callarse y dejarse atemorizar. Los que mandan y gobiernan, ahora saben que con el temor y los asesinatos de jóvenes, como está pasando en todo el país, como ha pasado en Bogotá, Cauca y Nariño, saben que con el temor y la fuerza intentarán silenciar a los jóvenes. La realidad es que hoy esos jóvenes están en las calles protestando y no pueden ser, repito, no pueden ser blanco u objetivo de los gobiernos. Eso es terrorismo de Estado a secas.
mardi 1 septembre 2020
CONNIVENCIA PARAMILITAR CON LA FUERZA PUBLICA. TERRORISMO DE ESTADO.
Por decir lo que he dicho en varias oportunidades, preguntando si todavia habra alguien en Colombia que dude sobre la connivencia entre la fuerza publica y los mercenarios o paramilitares, me han caido toda clase de insultos y amenazas.
Las pruebas estan al canto. Lo que mas les ha dolido a mis contradictores es haber dicho: Pese a que sus patrones y jefes politicos, pese a que los generalotes y chafarotes de la fuerza publica, han hablado pestes contra la JEP Jurisdiccion Especial para la Paz, son casi cuatro mil (4000) militares que hoy estan en libertad por haberse acogido a esta jurisdiccion, senalados de haber sido parte de grupos paramilitares.
Hay generales y coroneles. Hay soldados y policias que se han acogido a la JEP considerada por la ultraderecha como hechura del comunismo internacional. Por ahi andan libres los generales Rito Alejo Del Rio, el pacificador del Uraba Antioqueno a ordenes de Alvaro Uribe Velez, alias Varito y el General Arias Cabrales de la operacion retoma del palacio de justicia tras la toma del M19.
Pero en general lo que he dicho es que para poder hacer limpieza social, es decir para sacar de las calles y las juntas comunales a ciudadanos indeseables para la derecha criminal que gobierna colombia, han acudido a la mas sucia manera de contratar mercenarios, sicarios, es decir paramilitares. Indeseables, dicen ellos, a lideres y liderezas sociales, a centenares de jovenes privados de oportunidades de estudio y trabajo, a muchos caidos en desgracia por efecto de las drogas. Muchos otros tambien excluidos del mundo laboral por problemas fisicos y sicologicos. Muchos ciudadanos en fin que hacen parte de la colombia excluida, de esa otra colombia que tanto nos averguenza, que se cuentan por millones en cuanto a desplazamiento interno y por millares de desaparecidos.
He dicho tambien, que es necesario desmontar el paramilitarismo usado como estrategia del Estado Colombiano para eliminar al libre pensador. Para masacrar comunidades que se levantan por la defensa de su territorio. Acabar con el paramilitarismo que sus integrantes pueden ser retirados de ejercito y policia de dia, y mercenarios de noche.
Paramilitares, ayudados por militares y policias activos (hay mas de 2000 encartados ante la justicia ordinaria y penal militar) para generar desplazamientos en tierras que sus patrones, los narcos y los ricos de colombia necesitan incrementar los cultivos de palma africana, como antano, las camaroneras en el pacifico colombiano.
Son tierras productivas que deberian tener titulos para sus comunidades pero que gracias a practicas criminales, sus propietarios fueron obligados a vender, a desalojar, a desocupar, a desplazarse so pena de perder la vida. Hoy la titulacion y el derecho a la tierra es parte de la lucha del pueblo colombiano, asi como tambien el desmantelamiento de estas hordas paramilitares, el levantamiento de las bases militares gringas (siete hasta hora) y la salida de tropas de comando sur de los Estado Unidos de nuestro territorio.
Ni que decir de las confesiones de estos asesinos o paramilitares de muertes selectivas contra defensores de derechos humanos, contra lideres estudiantiles (Adriana Benitez, Jairo Moncayo, Martin Rodriguez y Marcos Salazar, entre miles) o contra lideres sindicales.
Basta ya de eufemismos. Los "falsos positivos" son asesinatos selectivos a manos de agentes del Estado. Las masacres no pueden hoy pasar a ser simples "asesinatos colectivos". Que sigan las protestas y los insultos, pero que sepan se levanta apoyada por una masa juvenil que habia sido anestesiada por los medios corporativos de comunicacion y el miedo que deja en las comunidades el Terrorismo de Estado.
lundi 13 juillet 2020
MAS QUE UNA ANECDOTA: Una gran verdad
Por: Héctor Díaz Revelo
Recuerdo con cariño la pregunta que muy adolescente mi tocayo, me hizo: ¿A parte de premios y concursos, para Usted, qué tiene más importancia en el ejercicio del periodismo? Mirándolo a los ojos, le dije que no lo había pensado.
Ese mismo día, acababa de recibir el premio al mejor noticiero del departamento y al más destacado programa dedicado a la comunidad. Eran los aciagos días como director de la Emisora Cultural Bolívar de Ipiales, mi ciudad natal. Era la Voz de Obando, un nombre para referirse a la provincia del mismo apellido, como noticiero; y bajo el nombre de Ipialeñísimo, el programa donde la comunidad contaba sus pesares, denunciaba la corrupción y relataba pequeñas grandes anécdotas de antaño.
Ipialeñísimo es el superlativo de Ipiales la tierra que me vio nacer. Le contaba a mi hijo para entonces, la indescriptible costumbre de los nariñenses de despedir los años el 31 de diciembre con la quema de muñecos o 'años viejos'. Estos, son unos monigotes de figuras de personas que se hayan movido en los doce meses acertando, equivocándose, haciendo reír, dando pena, causando tristeza, generado alegrías, pero sobre todo y muy, sobre todo, provocando risas casi mefistofélicas.
Le dije, no puede haber ejercicio del periodismo si no es periodismo de servicio a la comunidad. No puede haber ejercicio del periodismo si no es un contra poder. Si el periodismo no es la fiscalización y el control político a secas, no es periodismo. Esta es una máxima que ha guiado mi vida periodística, anoté.
Y claro que hubo motivos para elaborar años viejos donde mi figura apareció. Huelga decir, que los autores no eran solamente beneficiarios del trabajo de la emisora, sino que ellos mismos a través de la radio, se habían convertido nada menos que en voceros de sus barrios, veredas y corregimientos.
Los hubo también enemigos del programa, áulicos y defensores de oficio del régimen que fustigué con argumentos y pruebas, mostrándolo como un régimen corrupto, autoritario y mendaz, que tenían sobradas razones para sacarme el 31 como año viejo.
El desfile de estos monigotes se realiza antes del medio día del ultimo día del duodécimo mes. Hay expectativa entre los ciudadanos. Muchos en sus adentros esperan que al vecino lo quemen: Es un decir.
Otros esperan que la figura del buen vecino o del mal vecino, sea quemada a media noche. La mayoría de la gente espera que los ladrones del erario, los funcionarios corruptos, también sean chamuscados. Y más allá de las fronteras provinciales, el presidente y sus ministros son también inspiración para los hacedores de años viejos.
Eventos de impacto nacional, como masacres, ataques paramilitares, incursiones guerrilleras, desfalcos, quiebras, saqueos, y anécdotas de famosos acompañan la imaginación de los creadores. Cada motivo tiene su viuda que llora desconsolada por la despedida del año viejo.
Entonces hubo uno muy grande. Era como una pancarta que atravesaba la calle de lado a lado. Fondo verde y letras blancas de molde. La leyenda me menciona: “Hector Diaz te deseamos mil años de verdades bondadosas y de mentiras piadosas”. Aquello era hecho en madera. Eso me impresiono mucho. Era una sentencia nacida de la mente de alguien que quiso dejar para la historia el espectáculo en que se había convertido una estación de radio que dos años antes, nadie o casi nadie escuchaba.
Pueden ustedes imaginar el peso sobre los hombros de las personas que portaban tal sentencia en el maderamen. Arriba al centro de la leyenda, una figura antropomorfa que portaba una cuchilla, la guillotina, lista para cortar la cabeza del personaje. Muy llamativa. Esa imagen aparece en casi todos los registros audiovisuales del desfile de años viejos de mi ciudad. De sus autores nunca supe. Trate de indagar y nadie me dio razón.
Averiguar es una tarea titánica. Uno se estrella con los efectos del anonimato. Uno, alcanza a saber que el ‘año viejo’ fue elaborado en tal calle, de tal barrio, pero quien asuma como responsable, no aparece.
Como tampoco apareció quien hizo un muro de madera dibujado de ladrillos de color marrón. Tenía un metro y medio de alto por dos de ancho. Su título, era obviamente: “el muro de las lamentaciones”. Decían que el programa de las mañanas, ipialenísimo, era eso. Un muro de lamentaciones. Pero al final, esos lamentos, quejas y denuncias, marcaron la caída del régimen pantojista, y la caída de su pelele, de su títere, el alcalde Realpe.
No solo se había convertido en un simple muro de lamentos, quejas, rumores, chismes, noticias, pero era sobre todo de supuestos chismes que a la postre resultaron verdades que hicieron que los votantes no le permitan regresar a ese partido en el poder, a semajantes corruptos de nuevo a la alcaldía.
Y un tercero. Era una figura de mediano tamaño, como yo. Con un abrigo hasta los tobillos. Un micrófono en frente casi del tamaño de mi cabeza, que portaba gafas simples de patas bañadas en oro de filigrana y una incipiente barba en el mentón. La tribuna era un palco, un tablado, cualquier esquina, cualquier almacén o supermercado. Allí, estaba mi figura retratada como si fuera la de aquel que permitió que un pueblo atemorizado renazca de sus cenizas de oprobio y corrupción.
Ahí estaba de cuerpot presente un reportero que habló con la gente y, sobre todo, muy, sobre todo, dejó hablar a la gente. Era la primera vez que los micrófonos de una emisora de radio eran de los ciudadanos. Tres reporteros, Carlos Oviedo y Edison Villota, abríamos los canales para que la gente reaccione. Se sabía de la corrupción, pero nadie se atrevía a denunciar.
El gamonal Pantoja usaba la fuerza bruta (era la única que tenía) contra todo aquel que se atreviera a contradecirlo. El gamonal llevaba manejando los destinos del municipio durante tres periodos y pretendía un cuarto, hasta mi llegada a la radio. Fue el primer alcalde por elección popular y sus dos sucesores fueron simples títeres al servicio de causas indignas.
En menos de tres meses, después de la propaganda de expectativa sobre mi llegada a esa radio casi centenaria, salir a las calles y plazas era como regresar y respirar esa atmósfera de la época de grandes luchas de los Ipialeños contra años y décadas de saqueo y corrupción de individuos que representaban a los partidos tradicionales: Liberal y Conservador.
Tenga cuidado. 'El Pantoja es un peligro', me advertían. Cuídese mucho, ese tipo no respeta a nadie. Tenemos mucho que contar, pero teníamos miedo hasta que Usted llegó, me decían entre otras cosas. Ese alcalde es un pelele y si no le obedece lo insulta en público como ha insultado a concejales y presidentes de juntas de acción comunal, agregaban.
Al escuchar todo eso se me ocurrió preguntar por mis colegas. ¿Qué pasaba con los otros medios de comunicación? ¿De qué lado estuvieron todos esos años los periodistas y locutores? ¿Quién o quiénes han permitido esa tragedia municipal? Y claro todos se habian puesto del lado del régimen impuesto por Pantoja. Es la publicidad oficial la que calla y compra conciencias. Este, gamonal con infulas de dictador, se había hecho nombrar alcalde cobijado con las banderas de la anti corrupción y a favor de las comunidades.
Posaba como un izquierdista, pero no llegaba ni a seudo. Era un vulgar político de derecha, o por lo menos su accionar así lo delataba y con pruebas al canto. Un veterano periodista, cuando podía sacaba una hoja de papel impresa en computador, con bocaditos o titulares de noticias y chismes de cafetería. Él se había granjeado la enemistad del gamonal Pantoja. Un día me dijo: Este tipo resulto peor que aquellos a quienes tanto criticaba.
Edgar, era miembro del partido liberal y un comunicador incorregible. Denunció que sus colegas o nuestros colegas, o, mejor dicho, los periodistas y los dueños de los medios de comunicación, estaban comprados con la publicidad oficial. Las advertencias superaron cualquier calculo predecible. El pueblo estaba a merced del oprobio y la vindicta.
Estando en la radio, justo al término del noticiero, llego a mí un hombre con pinta de 'vikingo', que ni por nada del mundo me hubiera imaginado que era oriundo de esas tierras. Hasta me asusté, porque como andaban algunos amenazándome por decir la verdad y darle voz a la gente, pensé que sería un sicario o algo parecido. Hasta pensé que sería un enviado por la oficina de protección del Estado, del ministerio del interior, para poner en practica el plan de seguridad a periodistas amenazados.
Palabras más palabras menos, este hombre a su turno, me indaga sobre mi procedencia. Como se me ha perdido un poco el acento pastuso, que es un cantadito que con ternura se relaciona con otros, quería saber de donde había salido yo. No esperaba que un paisano pueda enfrentarse a un poder omnímodo que reinaba en la ciudad en la última década.
Se necesitaba mucho valor civil. Se requería mucha fuerza de voluntad, para tener el coraje de hacer esas denuncias y de enfrentarse a esos politiqueros asquerosos. Los paisanos son muy poco dados a no enfrentar las cosas. Su manera de ser callados, un poco ingenuos, confiados y algo conservadores. Ellos ven raro, muy raro, que alguien se atreva a develar cosas que pasan, que se sabe que pasan y por temor, nadie dice nada.
Todo se queda en el chisme y los responsables parecen frotarse las manos mientras llenan sus bolsillos a borbollones. Mi interlocutor me dice, que está asombrado de ver en las mañanas de su Ipiales y de nuestro Ipiales, cómo es posible que tanta gente escuche una sola estación de radio al mismo tiempo. Anonadado por el éxito de la emisora de radio, se propuso hacer una película de tipo social y de denuncia.
Entre mi, pensaba: Es otro que se arriesga en medio de tanta amenaza y terror impuesto por el gamonal Carlos Pantoja. En 35 milímetros la película se llama “al son de mi gente” porque no era otra cosa que eso. La denuncia y la protesta verbal, al son de ellos mismos, de la gente. Hombres y mujeres, mujeres en mayoría, que tomaban sus teléfonos en las mañanas para proponer, denunciar o comentar los acontecimientos que los reporteros íbamos descubriendo bien temprano.
Mi tocayo escuchaba muy atento. Se preguntaba cómo su padre podría sentirse orgulloso de que lo hayan quemado como año viejo y que en su honor se haya hecho una película. Con eso no conseguiría dinero, solamente satisfacciones que no se compran con nada. En la historia de la región, a nadie se le había ocurrido dejar en cinta de video la historia de un evento como ese. El protagonista, nadie mejor que un ipialeño que no tenía más gracia que ser un reportero nato. como yo. Se trataba de descubrir a cuanto corrupto pasaba por sus ojos y oídos. Era justamente la voz de los que no tenían voz, hasta entonces.
En la película, el protagonista un tal Marcos Buendía con la temeraria manera de hacer periodismo logró que la gente cambie su manera de actuar. A todos convocaba cada mañana a que hagan uso de su voz y que recuperen el valor civil. El resultado no pudo haber sido otro: Cayó el régimen. Nunca pudo levantarse de ese golpe aquel fulano que pensó que el municipio era su caja menor o su finca.
Aquel seudo izquierdoso, como tantos, que tanto daño le hacen al movimiento popular y que tanto daño les hacen a los procesos reales de reivindicación y libertad. Este es de esos hombres despreciables que se auto denominan alternativos, que se acomodan en torno a las migajas que suelen botar las señoronas de los grandes clubes haciéndoles creer que son acogidos como si fueran sus iguales.
Qué ilusos Pantoja y tantos otros que traicionan las esperanzas de las clases populares. Estos le hacen el juego a las burguesías que los invitan a poner sus nombres en la elección de candidatos a cuanta corporación existe. Ellos que saben que la oligarquía criolla es corrupta, criminal y miserable, aceptan airosos participar en la contienda, sabiendo que nada cambiará para la vida de sus electores y las mayorías excluidas.
Simplemente que todo seguirá igual, porque quienes detentan el poder, son una casta de ambiciosos y glotones. A estos mediocres y vividores les han hecho creer que llegar a instancias del gobierno es lo mismo que tener el poder. Y mi tocayo asiente con la cabeza todo este relato y creo que ha interpretado bien la razón y el supremo valor del deber cumplido si se antepone los principios a cualquiera tentación baladí. Son satisfacciones que superan los gajes del oficio o como dijera mi colega Pedro P, son los bafles del oficio.
vendredi 5 juin 2020
Colombia: Guerras preventivas made in USA ( Ira e Iirsa)
* Se afianza pla de recolonizacion de America Latina *
Los organismos multilaterales no tienen vergüenza de continuar siendo los convidados de piedra en los tiempos que corren. A ninguno parece importarle el sentido y los intereses que se juegan los Estados Unidos en la llamada Iniciativa Regional Andina IRA o en su prima hermana, IIRSA, la Iniciativa para la Infraestructura Regional Suramericana con sus diez ejes temátticos, ademas de la injerencia inperdonable en los paises de la region.
Las guerras preventivas en que nos ha metido el gobierno de los Estados Unidos deben considerarse sin ambages, como los planes y procesos de recolonización a sangre y lágrimas de nuestra región. Planes en los cuales hablar de soberanía, sobra; decir democracia, importa menos; y sobre todo, muy sobre todo, respetar los Derechos Humanos, es cosa del pasado o letra muerta.
"La meta de los organismos multilaterales es conseguir acuerdos globales en relación a temas de interés que afectan a la mayoría de paises. A través de estor organismos es posible arribar a consensos para poder implementar acciones concretas en relación a un tema y así poder mantener el equilibrio de intereses entre las naciones' (diccionario abc)
A nadie importa por ejemplo: en IRAK y lo que ha pasado con su pueblo, como muestra de lo que puede hacer y piensa hacer el gran capital financiero del mundo en nuestra america latina, el mismo que puso en la presidencia de los Estados Unidos a Barak Hussein Obama y ahora, al inefable Donald Trump.
Más de 600 mil civiles dejó la guerra preventiva, que no fue guerra sino invasión en IRAK, mientras en Colombia la cifra es similar en mas de medio siglo de conflicto social y armado.
Rodear de bases militares la patria grande de Bolívar, significa nada más ni nada menos que la mayor injerencia extranjera en nuestros países, porque si bien no es de extrañar que eso suceda en países como Colombia o Perú, sí causa rechazo en los demás de la región por razones demasiado obvias.
Estamos ad-portas de otra guerra preventiva a las que nos tiene acostumbrados el imperio norteamericano con sus peones en todo el planeta.Estamos frente a un monstruo de cien cabezas que por encima de cualquier consideración de tipo política o social defiende y defenderá y ha defendido sus intereses.
Con asesoria gringa en la frontera Colombo-ecuatoriana ya se probaron las bombas, las comunicaciones satelitales, las decisiones unilaterales, el irrespeto al vecino y el desprecio de los convenios internacionales en el ataque al campamento guerrillero de las Farc.
Que otra cosa estaran fraguando aqui. En la república de Honduras ya se probó que volver por los caminos de alienación y compra de los militares sí paga, al sacar del cargo al presidente constitucional; igual como sí paga en Colombia la utilización de militares y exmilitares en las contras u hordas paramilitares que han dejado una estela de sangre y miseria entre la gente campesina, indígena y afrodescendiente ubicada en esas zonas de importancia geoestratégica.
La ONU, perdón, la inservible ONU o lo que queda de ella, pasa a las páginas de libros de historia universal del próximo siglo, ignorada por Estados Unidos como en IRAK; se la ha despreciado como Afganistán; o se la ha subestimado como en Haití, país éste que no se cansa de reclamar el regreso de su líder Aristide con el poder popular.
A Chavez, en Venezuela, lo secuestraron en su propio país para cambiarlo por un títere que defienda sus intereses y eso no es 'secuestro': es plan de defensa nacional de los Estados Unidos de América. La ONU obviamente no dijo ni muu. El golpista está escondido en Colombia.
Colombia, por desgracia y como siempre, va a la vanguardia del proyecto de la Casa Blanca: Ya ha creado las zonas francas; ha vendido o privatizado servicios publicos y las generadoras departamentales de energía; ha entregado a particulares el manejo de las telecomunicaciones y ha destinado como nunca, grandes sumas de dinero en zonas aparentemente improductivas para dar paso a proyectos de transporte multimodal y agroindustria. (Ver : Eje amazónico y Eje Orinoco).
Colombia, por desgracia y como siempre, va a la vanguardia de estos planes imperiales. Ha contribuido a uno de los más oprobiosos desplazamientos de campesinos e indígenas a sangre y fuego oficial, en regiones que se dice aparentemente usadas por el narcotráfico, pero que son de probada importancia para mega-proyectos como la agroindustria del etanol, la palma africana y la infraestructura vial.
En la práctica ya no encontrarán oposición popular, civil y organizada, porque es una oposición atemorizada al ver la eliminación física de cientos de sus lideres sociales, encontrará vestigios de la existente insurgencia armada y otros grupos.
La iniciativa IIRSA tiene por objetivo potenciar y elevar la competitividad y la productividad regional, mediante una serie de pasos para integrar físicamente la región sudamericana, al tiempo que se reformarán procesos sectoriales claves bajo la coordinación de los doce gobiernos con el apoyo supuestamente técnico de la banca multilateral, los bancos nacionales de desarrollo y por supuesto, el sector privado.
Frente a esa ruptura a ‘cuchillo limpio’ del mapa suramericano, a machete, esos proyectos abren camino entre otras, para la explotación de las plantas aromáticas, las raíces tropicales, la biodiversidad, la fauna y la flora en general; especies que más tarde aparecerán en el concierto mundial patentadas por los herederos del Tío Sam.
Con esos amagos de guerras preventivas y esa injerencia comprobada, la ruptura física y política del mapa suramericano que contempla la Iniciativa Regional Andina IRA, es urgente el llamado a la unidad de los pueblos, a la combatividad y concientización de su gente para evitar una nueva catástrofe ambiental, cultural y social.
Es urgente digo, la unidad regional, requisito sin el cual resulta imposible ganar la lucha de países saqueados contra pretensiones de países saqueadores.
Advertir la inoperancia de organismos multilaterales que deberían apoyar a gobiernos nuevos de levantar las banderas de la autodeterminación de los pueblos, la soberanía y el derecho internacional.
El gran capital financiero, las multinacionales, los expertos en especulación financiera y monetaria, desde el Petén, el Plan Puebla Panamá y la Iniciativa Regional Andina IRA ejecutarán siniestros planes de desestabilización de la región.
Repito: desestabilización, como ya ocurre en Haití y nos duele; también en Honduras, y lo lamentamos; Venezuela y Cuba con el bloqueo; y ahora en Colombia, y nos hiere, hoy servida como plataforma militar estadounidense para amenazar real y evidentemente a sus vecinos y al resto de países de centro y suramérica. (Bolivia)
Así como van las cosas los militares gringos con licencia para matar, armados hasta los dientes y con inmunidad, podrán pasearse en Colombia como lo hacen hoy, pero esperemos que no por mucho tiempo.
Entonces los colombianos veremos inermes la pérdida de los más elementales derechos civiles y de las libertades sociales, cobijados por el trabajo antiético de la gran prensa; y de los monopolios de la desinformación, que venden ante la comunidad internacional un clima ficticio en el campo social, político y económico del pais.
Guerras preventivas inventadas y la injerencia comprobada del gobierno de los Estados Unidos en la región con Colombia a la cabeza, son los males que se suman sobre nuestros pueblos además de la pandemia, la discriminación y racismo.
jeudi 28 mai 2020
MAS GRINGOS EN COLOMBIA. Elite cínica !!
*Nuevo desembarco de marines del Comando Sur EUA*
Por Hector Diaz Revelo.
El Establecimiento es la Elite. Claro que si. El establecimiento es la misma elite. Son los cacaos en el poder. Y cacaos les decimos a quienes con tanto dinero manejan y han manejado el pais. Una Elite con tanto dinero y con uno de los ejércitos más numeroso y mejor armado de la región.
Es un grupo de poder y son el poder mismo. Tienen títeres en los gobiernos, porque no es lo mismo llegar al gobierno que tener el poder. Ellos defienden hasta con los dientes sus intereses y los intereses de los Estados Unidos.
El establecimiento, es ese que ha permitido como el judas de suramérica, que sobre territorio colombiano se hayan instalado siete bases militares llenas de soldados del ejercito de los Estados Unidos, llenas de contratistas o mercenarios.
Pueden acusar a Rafael Correa de todo lo que quieran. El presidente de Ecuador fue capaz de levantar una base de los gringos en el puerto de Manta. Hasta, recordemos, hizo carrera su frase: “Si quieren seguir en Ecuador déjenme poner una base ecuatoriana en el sur de la Florida o en California”.
En Nicaragua, en Bolivia y en Venezuela no hay bases militares de ese pais. Es obvio eso golpea el espíritu constitucional y los principios básicos de soberanía. Aqui, los marines del comando sur, comenzarán a operar desde el próximo mes. LLegan cargados del corona virus-19 además de ganas de respirar en la nuca de gobiernos progresistas de la region.
No hay que creer que la instalación de las bases militares tiene que ver con la “ayuda” del gobierno de EE UU a gobiernos de nuestros países o que se trata de – como he dicho – de la lucha contra el mercado de las drogas y agrego, que estan hechas para facilitar el mercado de armas y la efectividad de los mal llamados pactos de libre comercio con estos paises.
Hablando del Establecimiento colombiano, he tomado un editorial del periódico El Tiempo de hace veinte años. Seguramente de la pluma de su director Enrique Santos Calderón, el mismo que por obra y gracia de su hermano presidente, Juan Manuel, intervino para llevar a las Farc a la mesa de diálogos del hoy fallido proceso de paz.
Tras reclamar cambios drásticos en el régimen de tenencia de la tierra en Colombia especialmente la tierra que han amasado impunemente los nuevos ricos, los viejos ricos y los narcotraficantes que respaldan los paramilitares, ese editorial, se pregunta si es la hora o no es la hora de “darse la pela” para descubrir su legitimidad.
Es legitimo timar una población silenciosa y alienada por los medios de comunicación de propiedad del establecimiento? pregunto.
La inicua desigualdad en la distribución del ingreso, los abusivos privilegios que han crecido a la sombra de la política y las instituciones, la administración de justicia, los impuestos, el acceso a la educación y la salud deben ser objeto, entre muchas otras cosas, de drásticos cambios, subraya el editorialista.
He indagado sobre las reacciones de los ricos a este editorial de Enrique, la ‘oveja negra’ de la familia Santos, y como era lógico no encontré mayor cosa. Es que la Familia Santos es parte del Establecimiento solo que Enrique fue uno de los fundadores de la Revista Alternativa, se salvo de un bombazo en su casa y es señalado de comunista. Son parte de la Elite también los dueños de Caracol, RCN y el Sindicato Antioqueño entre otros.
Como tratando de descubrir el agua tibia, el editorial dice que “es evidente que en muchos sitios de Colombia grupos armados de derecha e izquierda reemplazan al Estado. El establecimiento ha sido incapaz de impedirlo y ha permitido, por ejemplo, que finqueros paguen vacunas u organicen autodefensas”.
El autor Enrique Santos, es el mismo que escribió el libro ‘Así empezó todo’ con relación al fallido proceso de paz con las Farc, en el papel de delegado de su hermano presidente en el equipo negociador.
Esa Elite colombiana es la misma que ha preferido mirar para otro lado cuando se habla de miseria y de campesinos desarraigados. Ese es el país que tenemos, agrega.
“Hay dos temas que generan una encendida controversia entre los entendidos y analistas de la realidad colombiana. Uno es si el tan mentado establecimiento existe, y el otro sobre cuánta legitimidad tiene” se cuestiona el periódico.
El editorialista define al establecimiento como la Elite que controla desde arriba los partidos políticos, los gremios económico, las instituciones y personas que han tenido en Colombia, desde la Independencia, la voz cantante en política y economía, y que, varias generaciones después, siguen siendo las mismas.
¿Tendrá capacidad de reflexión el establecimiento colombiano? Al cabo de dos siglos de gobiernos de distintos cortes, tenemos un país descuadernado por la guerra, con unas escandalosas injusticias que arrastra desde la Colonia y que provocan informes periódicos de organismos de derechos humanos y respuestas, igualmente escandalosas, de los funcionarios de turno.
La comunidad internacional mira con asombro cómo puede un país con tanta inequidad y desorden tener a una guerrilla, como la única oposición a este estado de cosas.
Irónicamente vuelvo a leer que en Colombia hay democracia porque a lo largo de su historia ha mantenido ‘una envidiable tradición de elecciones’. Frase manida esta que esconde la verdad que la Elite ha instaurado aquí, una dictadura, que si bien no es abiertamente militar, es una supuesta democracia donde ha quedado demostrada la connivencia de la fuerza publica con el paramilitarismo, lo que la hace mas poderosa y criminal.
Sus instituciones más representativas, la Fuerza Pública entre ellas, no están presentes en muchos sitios del país, y por presencia estatal se entiende electrificación, algunos puestos de salud y unos heroicos maestros, admite.
La elite y sus gobiernos títeres le han puesto conejo a los procesos de paz y reconciliación, como el reciente firmado en la Habana.
Por lo menos el editorialista hace veinte años no había caído en el uso de la jerga contra las guerrillas tildándolas de terroristas o narcotraficantes. Habla de subversión, que es lo que parece tendremos para rato mientras no se cambie el oprobioso sistema económico político y social vigente.
Textualmente leemos: “…el establecimiento tiene la responsabilidad de responder a una larga lista de compromisos aplazados. No se trata únicamente de adoptar una política coherente y de largo aliento, hoy inexistente, frente a la subversión. El establecimiento, con negociación o sin ella, está en mora de darse la pela, hacer el inventario de cuántas veces le ha puesto conejo al país y emprender, con firmeza y sin más demoras, una ambiciosa agenda de profundas transformaciones que este país está pidiendo a gritos. Por qué esperar a que Tirofijo nos ponga ante la disyuntiva de qué es lo que estamos dispuestos a negociar?” se pregunta.
Quienes opinan que la revolución no se hace por contrato y creen con increíble simpleza que lo único que hay que negociar con la guerrilla es su desmovilización a cambio de algunas prebendas, son tan ilusos como quienes nos venden la perspectiva de la guerra total.
La Elite no puede rasgarse las vestituras y decir de dientes para afuera que Colombia seguirá siendo la más ejemplar democracia de la región. Eso es cinismo puro y duro.
Mucho cuidado con Matarife
Puede ser que la gente joven no sepa, pero hay quienes pretenden hacer creer, que por encima de lo cuestionable que pueda ser y que es el entramado criminal que ronda a Alvaro Uribe Velez, es justo salir a votar por una opción menos sangrienta.
Claro que es Bueno que los jovenes vean la otra cara de este tipo de noticias. No hay que confiar mucho en los efectos del bots que infla el numero de usuarios y visitants a un enlace en redes sociales.
Pues mucho cuidado. No hay que hacerles el juego. El problema de Colombia radica en la lucha por el poder. No se trata solamente, como hasta ahora, de llegar a instancias del gobierno, es decir la presidencia, las gobernaciones, alcaldías o las corporaciones legislativas. Estas son, el congreso, las asambleas y los concejos municipales.
Basta de caer en estos distractores. Basta de caer en estas trampas audiovisuales. ¿Se han dado cuenta que cuando algunos medios divulgan verdaderas mafias al interior del congreso, las cortes y el ejercito colombiano, la idea es echarle culpa a alguien sin tocar a la gran elite, al establecimiento?
Se han dado cuenta que cuando algo de todo esto se llega a saber, salen siempre los nuevos mesías. Salen a los medios, a sus medios de comunicacion, quienes posan de impolutos, de santos, de inmaculados? Puros politiqueros !
El diario el tiempo hace 20 años preguntaba si esa elite era legitima o si tenia legitimidad, pero que ya era hora de darse la pela, metiéndose la mano al bolsillo para hacer de Colombia un pais menos desigual.
Un editorial de El tiempo de la familia Santos que es parte de ese establecimiento junto a los dueños de Caracol, RCN, el Sindicato Antioqueño, entre otros, protegidos por uno de los ejércitos mejor armados y mas numeroso de la región, reclamaba a gritos el cambio.
Se jacta el editorialista de contar en Colombia con una de las democracias mas antiguas del subcontinente en donde se ha mantenido un envidiable tradición de elecciones.
Pues no. Mucho cuidado con esas series audiovisuales. No es para que la gente salga a votar por otro que no sea el matarife ni es para celebrar como si aquí hubiera una democracia.
He dicho que lo que tenemos es una dictadura civil militar. He dicho que son las organizaciones sociales y la gente del común que en las calles y plazas publicas puede decir basta a tantos mesias. Decir, basta ya con hacernos creer que en elecciones podremos cambiar toda esta iniquidad.
Pocos países han podido cambiar sus regímenes por vía electoral. Algunos temporalmente. Pero en Colombia la única manera es regresar al soberano constitucional. Al pueblo que deberá organizarse para luchar.
De pronto sale otra serie sobre alguien de la oposición y se repita lo que paso con el plebiscito. Todos asustados salieron a votar por el menos malo. Es tiempo de organizarse y luchar. La calle es el escenario por excelencia.
dimanche 19 avril 2020
EL VIRUS QUE ACABO UNA SANA COSTUMBRE
El otro virus que acabó una sana costumbre.
Por Héctor Díaz Revelo
Nunca se pudo hacer un duelo a causa de él. Comenzaba a propagarse y sin darnos cuenta iba acabando con una incomparable costumbre. Destruía el contacto, la salida, el encuentro, la cita o la simple recreación visual que provocaba desde entonces la estantería.
Creo que pasábamos el día pensando en aquel momento. Era una costumbre como un magnetismo que en la mente de chicos y grandes generaba reacciones a granel. Mientras tanto había que vivir con sosiego las actividades diarias.
Al atardecer las actividades en la escuela, el trabajo, los autobuses, el supermercado, la terraza, el garaje, paso a paso, de lunes a viernes, desaparecían como resultado de ese raro encantamiento. Había que prepararse y buscar la mejor pinta para salir. Estaba claro que los fines de semana el asunto era diferente. Lo bueno ocurría entre semana.
Los jóvenes en medio de las clases y la escuela sabíamos que la experiencia la viviríamos en el mismo lugar, por la misma calle o en la misma plaza. Pero había que soñar creyendo que ese día, al caer la noche algo sería diferente. El gélido frio jamás impidió que esos encuentros se llevaran a cabo hasta que llego él, convertido en un monstruoso virus.
Nadie lo había invitado. Era una nueva pandemia que, aunque no causaría pánico ni angustia, nos iba a confinar durante muchas décadas en el seno de nuestros hogares. Su amenaza, sin embargo, no era advertida por los grandes medios de comunicación.
La radio era irremplazable y la televisión mostraba sus dientes. Incluso, se cree que hasta ahora nadie repara en lo que él ha causado en grandes ciudades y en pequeños pueblos, como en aquel que me vio nacer. Había para entonces mucha extrañeza y perplejidad.
Los mayores, luciendo trajes de moda en su recorrido de arriba a abajo, se veían prestos a saludar en la calle inclusive a sus compañeros de trabajo que acababan de dejar en almacenes o fabricas, en pequeñas tiendas o talleres de artesanías. También listos a saludarse con quienes no habían tenido la oportunidad de hacerlo, apenas unos días atrás. Eran momentos para el reencuentro.
En las barriadas, a esa hora, no cesaba la algarabía. Los chicos tampoco pensaban que, al arribar este monstruo tendrían que, sin remedio, ‘meterse’ en casa como animales en fuga por ataque de los depredadores.
Ese confinamiento también seria para niños y niñas que corrían tras la pelota, que se escondían unos de otros, que jugaban al futbol y gritaban sin cesar hasta que llegaba la orden de entrar. Había que arreglarlo todo para el nuevo día escolar. En los barrios nada hacía prever que el virus se extendería como verdolaga en playa.
Al llegar a España hace un año, noté que ese virus no había tocado sus ciudades y pequeños pueblos. Al morir la tarde, por ejemplo, en Valladolid, que guarda los restos de Cristóbal Colon, el invasor de nuestra América; el paseo, el encuentro, la cita, la salida, el abrazo, el saludo, estaban allí de cuerpo presente. Cientos de seres humanos, al terminar el día, invadían sus calles, como hace décadas en Colombia.
Los españoles de hoy vagamente recuerdan tiempos de aislamiento. Hablar de confinamiento para sus mayores, es hablar de algo obligatorio y símbolo de supervivencia. La crónica de la época, ha ido más allá de lo personal, siempre en lo colectivo.
Antes de la covid19, como en una procesión, la gente inundaba las principales calles, plazas y avenidas de ciudades españolas. Como en la Colombia de antes. Como un desfile interminable de personas de todas las razas, sexo y condición después de la siesta o del trabajo o de un bocadillo en casa, paseaban por montones en aceras y calles de peatones junto a sus cercanos. Como en la Colombia de antes.
Allí, ese virus del que hablo no ha llegado por ahora. Se propagó a mediados del siglo pasado, pero estos peninsulares parecen haber superado esa mala experiencia. Europa entera también fue azotada por él.
En fin. Desde hace más de cuatro décadas, al llegar ese virus a Colombia, cientos de jóvenes y viejos han quedado confinados al término de las tardes. También, por estricta supervivencia.
No queda otra cosa que meterse o quedarse en casa al marcharse poco a poco ‘el sol de los venados’. Los cielos se niegan a oscurecer de golpe. En el ocaso cientos de nubes de todos los colores despiden el ruido y los paseos. Ya no se puede salir.
Los atardeceres en el altiplano colombiano son poco menos que majestuosos. Al llegar este virus de la violencia y la inseguridad el ‘septimazo’ de Bogotá ha quedado en el recuerdo. Nadie sale a caminar por la calle real. La mayoría son hoy turistas. Nadie se quiere exponer a este virus.
También se han acabado los paseos por las calles 17 y la 18 de la ciudad sorpresa de Colombia, Pasto. La plaza de Nariño que otrora albergaba a cientos de paseantes, luce a esa hora como un lugar desolado y triste. Nadie se expone. El virus de la violencia y la inseguridad ha llegado.
La carrera sexta, la única gran vía de Ipiales, ya no siente pasar a esa hora la carga hormonal de sus adolescentes, ni el despliegue de la moda entre mayores que salían a tomarse, literalmente hablando, la calle y la plaza principal.
Se ha perdido todo eso por el virus de la violencia y la inseguridad que aun azota estas ciudades y todas. Nadie controla las hordas de asesinos que pululan en campos y ciudades y que actúan en connivencia con las fuerzas del Estado. La covid19 hace lo suyo temporalmente.
También el hambre y la desigualdad han lanzado a las calles a ejércitos de atracadores y asaltantes. Nadie puede ni quiere exponerse. El confinamiento se vive en Colombia desde que otro virus, no menos peligroso e igualmente destructivo, ha hecho estragos en las sociedades contemporáneas: el virus del neoliberalismo. La noche misma es un peligro para la vida.
Al volver a experimentar esos recorridos en las ciudades españolas, mi memoria ha rescatado del fondo de los recuerdos aquellos lindos episodios de una bella costumbre. Allí, al terminar el día, ni la televisión ni los juegos electrónicos han evitado la sana costumbre de caminar, pasear y compartir en familia o con vecinos y compañeros de trabajo, en plazas y avenidas.
Antes de la pandemia que vive el planeta, las vitrinas lucían iluminadas, los bares y cafeterías estaban a reventar; las terrazas, colmadas como nunca. Era un espectáculo que veía con nostalgia. Todo esto lo tuvimos y los sentimos en Colombia antes del virus de la violencia y la inseguridad. Virus provocado, ya lo sé, y del cual seguramente y como van las cosas, nunca nos escaparemos.
Pasará ésta pandemia. Quizás, vuelva la calma. Esas calles, esas plazas, a esas horas del día, jamás serán caminadas, mientras este otro virus de la violencia y la inseguridad exista.
Un día no muy lejano habremos de sentarnos a hacer el duelo por la costumbre que se fue y por la tragedia que seguirá llegando.
mardi 7 avril 2020
Rearme de las Utopias? La segunda Marquetalia
Colombia
REARME DE LAS UTOPIAS? La segunda Marquetalia.
Por Héctor Díaz Revelo.
En columna anterior había escrito que el proceso de paz era inocuo si no estaba en orden de prioridades el levantamiento de las 7 bases militares; el desmantelamiento del paramilitarismo, como quiera que se trata del hijo espurio del gobierno; la libertad inmediata de los presos políticos, incluso la de los civiles aun sindicados y no condenados; y la reestructuración del Ejercito Nacional, convertido hace décadas en un ejército de ocupación, entre otros aspectos.
Yo, además había dado por hecho que las Farc-ep no harían entrega de las armas sino que tenían como prioridad la dejación de armas, pactada como se puede leer inicialmente en el texto de los acuerdos de Habana; y también lo relacionado con la propiedad de la tierra y la reforma agraria integral, en aras de hacer realidad la democracia directa.
La dejación y no la entrega de armas, era según un documento que acabo de conocer, expedido por las Farc-ep segunda Marquetalia, la única e inequívoca condición de corte Marulandiana, que había de preservarse, y que equivale a decir que era para sus seguidores la encarnación del pensamiento del líder máximo de esa guerrilla, Manuel Marulanda Vélez.
“…las armas debían preservarse como garantía del cumplimiento de los acuerdos” era la orden de Manuel y esa es una de las causas por la que comenzó la desbandada, el descontento de buena parte de la ‘guerrillerada’ y algunos comandantes, amén de los hechos alrededor de la retención de Jesús Santrich y la exclusión impune de los terceros responsables ante la JEP.
Veo una autocritica de las Farc-ep segunda Marquetalia y veo muchos señalamientos contra miembros de los gobiernos pasado y actual; contra funcionarios públicos y contra la que denominan la “camarilla de apostatas de la lucha armada”, sus ex camaradas, los gorditos de las Farc, hoy agrupados en la dirección del partido de la Rosa.
Es un largo documento que narra con una prosa bien cuidada las razones que los llevan a hablar del “rearme de las utopías” (N. Isa Conde) frente o como respuesta a los actos de felonía gubernamental y partidaria (sic) de unos desalmados que se centraron en “hacer trizas ese maldito papel” refiriéndose al mamotreto en que constan los acuerdos gobierno y Farc-ep.
Entendamos la felonía como una traición de los gobernantes a la palabra empeñada. Es un acto de deslealtad y para el caso que nos ocupa es quizás perjurio, de aquello que se prometió cumplir en el acuerdo de la Habana y que solo ha quedado en el papel, por falta de algo que también se dice en los medios, por falta de decisión política.
Es, según el documento, una vulgar burla a lo pactado; irrespeto a la palabra; aniquilamiento de la confianza y, la condenable elaboración de cambios unilaterales de última hora, que han convertido esos acuerdos en el “naufragio de un proceso de reconciliación nacional”.
Denuncian una cadena de obstrucciones a lo largo del proceso y durante los inicios de implementación que en pocas palabras es como pasar por encima de un documento que “tiene el rango de documento oficial del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas” dado que como es sabido es a la vez un acuerdo especial basado en el articulo tercero de los Acuerdos de Ginebra.
Hablan de constituir un gobierno de transición, de darle vida al Movimiento Bolivariano, de una nueva asamblea constituyente, de la ruptura con la JEP, del libro de Juan Manuel Santos, y no descartan que haya a futuro un alzamiento insurreccional que presione un nuevo acuerdo de Paz, haciendo uso en general de la Rebelión prevista en la Declaración de los Derechos Humanos: “A fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”.
Las Farc-ep segunda Marquetalia, al saberse solos en la justicia especial JEP demandan en mi opinión, urgentes explicaciones de la actitud del gobierno de Duque-Uribe al sacar o excluir impunemente a los terceros responsables del conflicto social y armado, entendidos estos como los financiadores de hordas paramilitares; instigadores a miembros de la fuerza pública; y los patrocinadores y determinadores de grandes crímenes y masacres.
Acusan a Juan Manuel Santos de ser “el tahúr de la perfidia” por no haber tenido el valor de hacer uso de las facultades extraordinarias otorgadas por la Constitución Nacional para salvar el proceso.
Dicen que Néstor Humberto Martínez, ex fiscal general de la nación, “como Leviatán de la Paz ha saboteado el funcionamiento de la Unidad Especial de lucha contra el paramilitarismo”, aspecto reiterativo dada la connivencia entre la fuerza pública y los mercenarios del establecimiento, bautizados por los medios de desinformación de mil maneras que no les quitan su sevicia y crueldad ya conocidas.
El cuento del gobierno de Duque de que ‘el que la hace la paga’ lo definen como una “consigna ruin como hipócrita” al tiempo que se preguntan, que si eso es así: si “el que la hace la paga” ¿qué pasa con Uribe, alma de los falsos positivos y de los testigos falsos, impulsor del paramilitarismo que según Memoria Histórica asesinó a más de cien mil colombianos, desplazó violentamente de su entorno a más de seis millones de compatriotas despojándolos, además, de ocho millones de hectáreas de tierra para estimular la renta ganadera y la explotación minera”.
Y más: “Si ‘el que la hace la paga’ ¿cuándo pagarán sus crímenes los Gobiernos determinadores y los empresarios sanguijuelas que victimizaron y siguen victimizando con su política económica neoliberal a millones de seres humanos en Colombia? Ellos son los responsables de las muertes causadas por la inanición y la miseria, de los impuestos a los pobres para aliviar la tributación de los ricos, de la desfinanciación de la educación y la salud, y de los tugurios y el desempleo”.
En carta enviada a Antonio Guterres la Farc segunda Marquetalia responsabiliza al gobierno del Duque-Uribe de haber modificado el acuerdo, en el transcurso de su implementación normativa. “Es un hecho objetivo, no un recurso retórico, que lo que hoy se exhibe como Acuerdo de Paz de La Habana no corresponde a lo convenido por los plenipotenciarios de las partes. El texto original de este fue mutilado en sus aspectos esenciales por la perfidia del establecimiento”
Y aquí, después de revisar el término felonía, es cuando aparece otro término no menos importante y grave atribuido al gobierno: La perfidia. Esa perfidia prohibida por los protocolos internacionales en tiempos de conflicto armado.
En el artículo 37 hay prohibiciones específicas de la perfidia: No matar, como se ha matado a más de 180 combatientes Farc-ep; no herir, como se ha herido a cientos de personas civiles al momento de asesinar a mansalva al menos a 500 líderes sociales; no herir o capturar, como se ha hecho con Santrich y otros, que ya hacen parte de la lista de miembros de esa insurgencia; no hacer perder “la fe en el adversario que llevan a creer que tiene derecho o está obligado a conceder protección de la vida en virtud de las normas de derecho internacional aplicables a los conflictos armados con la intención de traicionar esa confianza”. (Texto del primer protocolo adicional a los de Ginebra de1949).
Decir que el fiscal “Néstor Humberto Martínez es el cabecilla de la justicia forajida que se tomó a Colombia; que convirtió la Fiscalía en una fábrica de mentiras, de chantaje, de montajes judiciales y en trinchera pétrea de impunidad para los grandes corruptos”, resulto poco con relación a la responsabilidad que le endilgan a lo largo de ese documento de las Farc-ep, segunda Marquetalia.
“¿Cómo puede el abogado de los sobornos de los sobornadores de Odebrecht, seguir siendo fiscal general luego de las impactantes denuncias de Jorge Enrique Pizano y del estremecedor epílogo de la vida de ese ciudadano?” preguntan.
Muchas de las pérdidas humanas en un acto de desobediencia a las directrices de Tiro Fijo, se dieron por tener más de la gente necesaria en campamentos que serian avasallados por los bombardeos oficiales. Las Farc-ep se autocritican de aquello y lamentan no haber atendido el mensaje y dejar perder la vida, por ejemplo en una de las ocasiones, de 27 de sus comandantes mandos medios, para ellos el símbolo del compromiso y vanguardia.
Saludan también a la décimo cuarta conferencia internacional Rosa Luxemburgo. En un escrito parecen cuestionar la actitud de los ‘gorditos’ de la organización en Colombia que posan como parlamentarios hoy, señalando: “… verdades que incomodaron a los reformistas que se conforman con poco; a los timoratos y miedosos –que por esa condición humana– resolvieron no volver a hablar de la toma del poder; a los ilusos que viajan en el bote del parlamentarismo institucional a sabiendas que marchan directo a los cayos rocosos donde terminan varados los sueños socialistas; a los burócratas que estrangulan la iniciativa y la vida revolucionaria, que la limitan y le recortan las alas”.
Finalizan señalando que no les queda duda que la ultra derecha y el establecimiento atendiendo órdenes del Pentágono, lograron cambiar el texto original del Acuerdo de La Habana “violentando el principio de toda negociación pacta sunt servanda. Los acuerdos son para cumplirlos. Después de firmados, sus términos no pueden ser modificados”.
Entonces habremos de saber con alguna exactitud qué significa: “PACTA SUNT SERVANDA, un postulado básico del derecho internacional donde dice que ‘todo tratado vigente es vinculante para las partes y debe ser cumplido por ellos de buena fe”. El imperativo exacto de este principio es tal que un estado no puede invocar disposiciones en su constitución o sus leyes como una excusa para no cumplir con este deber.
« Actualmente este ha sido incorporado entre los principios fundamentales del derecho internacional y del Derecho civil de cada Estado, para lograr la seguridad jurídica. Tambien significa que lo que acordaron las partes contratantes haciendo uso de la autonomía de su voluntad, debe cumplirse entre ellas como si fuera una ley ».
Esa derecha recalcitrante y el uribismo, digo yo, lograron entonces la ira de una buena parte de combatientes y comandantes que ahora integran las Farc-ep segunda Marquetalia. Expresan textualmente que esa derecha criminal, esa oligarquía mezquina, ha conducido al país: “a la triste tragedia de la condena bélica contra quienes creyeron de buena fe en que se cumpliría lo pactado”.
Los furiosos Uribistas y el mismísimo establecimiento, han sacado o han excluido a los terceros involucrados en el conflicto, es decir a sus amigotes, es decir a sus lacayos, a sus mercenarios, a los patrocinadores sin vergüenza, de matanzas y ajusticiamientos sin orden judicial, en suma, a los paramilitares.
“Destruyeron la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, concebida para todas las partes involucradas en el conflicto. Las instituciones del establecimiento, resolvieron que solo era aplicable a la guerrilla y a los combatientes, excluyendo de su jurisdicción a los agentes civiles del Estado, a los determinadores de la violencia desde la cúpula política. Eclipsaron el ofrecimiento de verdad para ocultar la identidad de los verdaderos responsables de las victimizaciones, cuando la verdad es lo único que puede ayudar a sanar las profundas heridas del alma causadas por el conflicto”.
Uno se pregunta ¿si las Farc-ep en lugar de la entrega las armas hubieran hecho dejación que no es lo mismo, hubiera ocurrido en el país todo lo que ha ocurrido en torno al proceso?
Es necesario un Gobierno distinto que honre la palabra empeñada. Hoy todo el establecimiento debiera estar trabajando en la Reforma Política tal como se acordó, en cómo agilizar la formalización de la propiedad de la tierra, cómo garantizar la reparación de las víctimas del conflicto como obligación del Estado; cómo rodear de garantías la movilización y la protesta social, y en este aspecto cómo frenar tanto asesinato de líderes sociales y de excombatientes, lo cual tiene un impacto mundial estremecedor.
Y las bases gringas en nuestro territorio, y el paramilitarismo, y el derecho a la tierra, y el derecho a la educación y salud, y los presos políticos, sobre todo, el sagrado derecho a la vida. Talves sea el tiempo para el rearme de las utopías.
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