vendredi 17 novembre 2023

Cómo duele Ipiales. Sitiada y abandonada a su suerte

Por: Héctor Díaz Revelo. Cómo duele ver a Ipiales sumido en el abandono y el atraso por culpa de politiqueros y por culpa de una dirigencia arrodillada a intereses poco sanos.En pleno siglo XXI no tiene agua potable. Es una ciudad sitiada por la delincuencia y las mafias de toda laya. El alcalde Luis Fernando Villota mira para otro lado y parece anunciar en los medios de comunicación – un día sí y otro también – millonarias obras que los Ipialeños no ven. La irresponsabilidad de funcionarios y políticos como es usual en Nariño, hace que se tiren la pelota entre Ellos mientras la ciudad y el municipio – por ejemplo - no consume agua potable. Se trata de un proyecto aplazado por décadas lo que hace que una planta de tratamiento de agua haya multiplicado su costo de manera exponencial. Los humedales están al garete. Las empresas de acueducto (Empoobando) y de servicios (Iservi) convertidas en agencias de empleo, ahora mismo en quiebra. No es una percepción, como suele decirse ahora, que en Ipiales el promedio de atracos contra ciudadanos a la luz del día también ha aumentado como aumenta el número de obras inconclusas. El centro de Ipiales es un desorden y presa de la anarquía. Todo el mundo hace lo que quiere ante la ausencia de autoridad que se haya conectado con los problemas reales de la frontera. Hay todavía gente que aspira a que la delincuencia generada por la falta de trabajo y la exclusión social, sea sometida por la represión y el aumento del que llaman, pie de fuerza de policía y ejército. Este fenómeno crece paralelo a la exclusión con el incremento de la migración ilegal y trata de personas. Mientras los Ipialeños ven con envidia el crecimiento y orden con que se vive hoy en vecinas poblaciones ecuatorianas como Tulcán, San Gabriel, Julio Andrade y El Carmelo, parecen acostumbrarse a su pobre destino de ostracismo y abandono. Mientras los Ipialeños ven alcaldes muy preocupados por los ciudadanos en los municipios de la llamada ex provincia de Obando, especialmente Pupiales, Aldana y Túquerres, parecen acostumbrarse a pasar por las céntricas calles 14 y 15 y la plaza La Pola lugares convertidos actualmente en focos de desorden, rebusque, economía informal y de siniestros negocios conocidos por las autoridades, pero adrede ignorados. En materia de urbanismo en los municipios vecinos a Ipiales la gente por lo menos puede usar sin problema los andenes o aceras. En la ciudad fronteriza los andenes son verdaderas trampas humanas. Rampas que se construyen sin respetar el derecho de los peatones. Ipiales es hoy una ciudad de nadie. Ya ni siquiera se puede rescatar el valor ciudadano para enfrentar la corrupción. La movilización ciudadana ha sido sometida a todo tipo de amenazas. En las calles de Ipiales se consigue desde una bala hasta un tanque de guerra, dicen los sureños como si fuera una realidad inmodificable. Los Planes de Ordenamiento Territorial (Pot) solo sirven como herramienta de propaganda electoral que a nadie importa a la hora de la verdad. El espectáculo que muestran las redes eléctricas en cada esquina, la invasión del espacio público, decenas de obras inconclusas, elefantes blancos y varios millones de pesos tirados al cesto de la basura no conmueven el sentido de pertenencia de los Ipialeños. Que si Ipiales es la segunda o tercera ciudad del departamento es lo de menos. Hoy según las estadísticas en gestión y desarrollo Ipiales aparece en el puesto número 50 entre 64 municipios que tiene el departamento de Nariño. Duele Ipiales, un municipio sitiado y sin autoridad.

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