vendredi 2 juillet 2010

Uribe entre la conmoción, la derecha y el crimen organizado.

Por Héctor Díaz Revelo (www.kaosenlared.com)

Nada de raro tiene que a costa de perder esa falsa popularidad Uribe mismo se sacrifique dando palos de ciego en el ocaso de su administración, desde la cacareada dimisión del general Padilla, posiblemente para servirle el plato a Santos para poder nombrarlo como su ministro de defensa, en su condición de civil y no como militar; hasta pretender ocultar la figura del siniestro José Obdulio Gaviria en el próximo gobierno.

Nada de raro tiene que la derecha en Colombia se haga la preocupada por lo que pasa con Uribe al final de la noche, diciendo que posiblemente algunos de los malos consejeros le digan al oido que declare la conmoción interior del país por un espacio de noventa días. Eso en plata blanca hubiera puesto al descubierto, como todos sabemos, el fracaso de la mal llamada seguridad democrática.

Declarar la conmoción interior por el desespero en que ha caido el uribismo en el poder por que le asusta lo que eventualmente harían esos 20 millones de abstencionistas que se oponen a la guerra, a los guerreristas, a la corrupción y a los falsos positivos, desenmarcararía a un régimen que con el poder de los medios de comunicación masiva ha ocultado que el orden institucional del país ha hecho agua, está nauseabundo, está en declive como ha ocurrido en los últimos 50 años.

Prepara la derecha el camino del militarismo a ultranza. Diseña la impunidad en delitos de lesa humanidad con la reimplantación del fuero militar y orquesta nada menos que la continuación de más masacres de civiles, de falsos positivos, de desapariciones y persecuciones, con el renacer de la fatídica justicia penal militar. Hoy para la derecha fascita el ex-fiscal Mario Iguarán y el exministro de defensa Camilo Ospina del gobierno saliente de Uribe Velez han pasado de héroes a villanos, por haber enterrado el proyecto de restablecer la justicia penal militar, en un gobierno que se supone ‘más les debe a las fuerzas militares’.

El crimen organizado se ha tomado las instancias del gobierno. Para la investigadora y defensora de derechos Maria Claudia Duque, hoy en la mira del DAS, lo que pasa es que la derecha tiene el poder y quiere más, cuando afirma que: ‘‘Estoy segura, el actual director del DAS se precia de ser muy amigo de Santos y trabajó con él en el ministerio de Defensa. No es extraño que los jefes del DAS de los últimos años hayan salido todos de Defensa; es decir, que trabajaron con Santos’’.

La derecha celebra que un juez de Cali haya rebajado de 50 años a ocho la pena carcelaria por la masacre de Jamundí, (policías confundios con guerrilleros de las FARC) , lo que hace en su concepto, necesaria la justicia penal militar, al tiempo que se lementan de lo que ocurre hoy con los generales Plazas Vega y Rito Alejo del Rio, el mayor Mejía y el coronel Carvajal y otros tantos militares acusados de violación de derechos humanos y del derecho internacional humanitario. Mario Iguarán en su calidad de fiscal general se habría atrevido a denunciar que la muerte de los policías, nunca fue un error militar, sino que FUE UN MANDADO QUE HIZO EL EJERCITO DE COLOMBIA A LAS MAFIAS DEL NARCOTRAFICO. Es la misma derecha que celebra que por preclusión (vencimiento de términos), militares acusados de asesinatos de civiles, llamados falsos positivos, estén hoy en la calle, porque necesitan de la justicia penal militar, que los juzgue y obviamente lo absuelva.

La conmoción interior, un eufemismo creado para mermar el impacto de las atrocidades que se comenten al amparo del Estado Sitio de ingrata recordación en Colombia y varios países de américa latina, hubiera por tercera ocasión en el gobierno de Uribe, demostrando al mundo que no existen en el país los mecanismos constitucionales para resolver presuntas dificultades al interior de la rama judicial, porque algunos jueces y fiscales, en criterio del reyezuelo paisa, prevarican o no aplican la ley al dejar libre a cuanta ‘pantera’ se presenta a declarar en casos de la parapolítica.

Uribe decretó la conmoción interior en 2009 aparentemente para anfrentar el paro judicial, que dicho sea de paso dejó en minusvalía a la dirigencia sindical, si así se la pueda calificar. Una dirigencia pacata, temerosa y cobarde que fue inferior a su sagrada misión de cuidar el contenido social y jurídico de las normas que supone una democracia. Se esconden, salvo contadas excepciones, al ver cómo en este gobierno, sus colegas, los dirigentes sindicales, caen a balazos a lo largo y ancho de la geografia nacional, igual como caen los defensores de derechos humanos, los periodistas y los líderes indígenas y campesinos.

Uribe estuvo a punto de decretar la conmoción lo que hubiera significado que la tal seguridad, que no es seguridad sino solo para los ricos, democrática que no lo es, no ha funcionado como lo saben bien los abstencionistas colombianos y especialmente lo saben, porque les toca saberlo los gobiernos vecinos de Ecuador, Venezuela, Bolivia y Brasil, por aquello de enterarse sin querer, a qué hora se levanta y desayuna el vecino por el ruido de los sables, perdón, quise decir el ruido de la vajilla.

Si Santos se hubiera posesionado bajo el estado de sitio, conmoción interior, el mundo habría descubierto que no solamente el poder judicial está en crisis en Colombia sino que por más propaganda desplegada desde Washington, replicada por radio, televisión y prensa criollas, el asunto es de gobernabilidad que no existe y de dependencia que se evidencia con la instalación de las bases militares de los Estados Unidos en su territorio.

Que el poder judicial no funciona y por eso se hubiera decretado la conmoción interior, hubiera sido el desenmascaramiento de la realidad colombiana y de lo que trae a cuestas el nuevo gobierno. Entre otras, el 68% de pobreza y el 15% de miseria absoluta, además del 22% de desempleo real.

Admite la derecha a última hora que Uribe se equivocó al nombrar los magistrados del consejo superior de la judicatura, quizas por incapaces o simplemente como ocurre casi en todos los campos de la administración, como resultado de mezquinos intereses políticos, corrupción y clientelismo. ‘‘ Haber llevado al consejo de la judicatura a una pesona manifiestamente relacionada con DMG, que recibió honorarios de DMG para diseñar la manera de estafar a centenares de miles de familias, no es de un buen presidente’’, decía la derecha recalcitrante en uno de sus editoriales, antes que Uribe se echara para atras.

La derecha le achaca a Uribe no haber acabado de una sola buena vez con el consejo superior de la judicatura, el juez de jueces, antes que haber designado alli personas de no muy claras calidades morales. Dicen que no cumplio al país uno de los llamados cien puntos de Uribe en el gobierno. Pero eso no esconde en realidad el plan que tenían para usar la conmoción interior, para aparentemente, desprestigiar al prestidigitador que sale y recibir con trompetas y payasos al que llega. Pudo ser inclusive una jugada del patrón Uribe , sacrificio vano porque la mayoria de los colombianos conocen al dedillo la farsa en que anda el establecimiento y sus marionetas, por eso no votan ni creen que exista siquiera un remedo de democracia.

Alguien que no saben quien es, pero que podría ser José Obdulio mismo, J.J. Rendón o el ministro del interior Favio Valencia, como que aconseja y aconseja mal al saliente tirano, tocando temas como la conmoción interior, la extradición que protege como ha protegido a tantos amigos del gobierno Uribe y los problemas de la rama judicial, lo que hace pensar simplemente que se ‘cocina’ algo muy grave con Juan Manuel Santos en el poder.

Preparaban entonces con la conmoción interior el escenario para todo esto y más, porque como hemos señalado, ni la burguesía criolla ni el gobierno de los Estados Unidos están en disposición de entregar un ápice en favor de la mayoría de los colombianos excluidos y mucho menos cambiar el salvaje modelo económico, político y social.

Para estar preparados es bueno recordar a título de información que en Colombia la figura de la conmoción interior, contemplada en el artículo 213 de la Constitución Nacional, le permite al Presidente apelar a mecanismos de excepción en caso de grave perturbación del orden público (desorden púlico vigente) que atente de manera inminente contra la estabilidad institucional, la seguridad del Estado, o la convivencia ciudadana, y que no pueda ser conjurada mediante el uso de las atribuciones ordinarias de las autoridades de Policía.

Según la ley, la conmoción interior no podrá decretarse por un término mayor a tres meses, prorrogable hasta por dos periodos iguales. La segunda prórroga requiere concepto previo favorable del Senado de la República, que como sa sabe es de bolsillo, en medio de un congreso que apesta, que suena a música fúnebre, que tiene hoy por hoy al 38 por ciento de sus miembros en la cárcel y otro tanto en proceso de investicación por narco-paramilitarismo. Esa es la Colombia que hubiera descubierto el mundo con la conmoción interior o el estado de sitio.

Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire