lundi 30 janvier 2023
Odisea de una madre en la vía al Putumayo.
La falta de solidaridad entre la gente que se convierte en protagonista en cada tragedia es descomunal.
Así como no hay control sobre los precios de los combustibles en esta ciudad, pese a la orden de Gustavo Petro, así mismo no hay quien controle la especulación de precios en los pasajes desde Ipiales al interior del país.
Mónica, una madre Ipialeña tenía que viajar desde Pasto a Manizales porque su hija tenia que comenzar clases en la Universidad Nacional de Colombia, ha vivido una verdadera odisea después de 52 horas de viaje.
Mónica denuncia la variación de precios de un día para otro sin que nadie vigile. Las empresas se aprovechan de la necesidad de la gente, de solidaridad no conocen ni el forro. Es el capitalismo salvaje en pocas palabras.
A causa del bloqueo de la panamericana la tragedia de un viaje de dos días, exactamente 52 horas comenzaba por la trocha denominada San Francisco Mocoa.
Sin control, repito sin control. El autobús debía salir a las 10 y 30 de la noche. Aspiraba llegar a Manizales a las dos de la tarde, pero, aquí comienza el pero.
El testimonio de Mónica debería bastar a los nariñenses para castigar y condenar con su voto a la clase política, amañada, amangualada con el poder y enemiga del progreso y desarrollo de las regiones.
Cuantos senadores y representantes han desfilado en estos 40 años en que se comenzó a hablar de la variante San Francisco Mocoa.
Senadores y representantes de Nariño Putumayo y el Cauca que han visto aumentar sus bolsillos y el bolsillo de sus patrones de toda índole.
Patrones, desde mafiosos, testaferros y lavadores de dinero sucio. Cuántos avivatos han desfilado por el congreso a nombre de los nariñenses, que se aprovechan de la necesidad de la gente y reclaman el voto comprometido por un cargo público o por un contrato.
Cuántos congresistas pregunto, que ahora tienen el cinismo de lanzarse de nuevo a elecciones para la gobernación del departamento.
Igual que los congresistas, senadores y representantes, son responsables y habría que condenarlos en las próximas elecciones a los gobernadores de esta sección del país.
Gobernadores de Nariño Cauca y Putumayo que solo han abultado sus chequeras, sus propiedades, sus haciendas y fincas de recreo para la familia, dando la espalda a cultivadores, empresarios y gente del común que usa estas vías de manera frecuente.
Lo más irónico es que quienes fueron gobernadores autodenominados progresistas, alternativos y de izquierda resultaron peores que sus antecesores.
En la lista aparecen Antonio Navarro, Parmenio Cuellar, Raúl Delgado, Eduardo Zúñiga y Camilo Romero que pasaron por la gobernación sin pena ni gloria, más con pena que con gloria, dejando al departamento en el ostracismo y la desesperanza.
Las tragedias sacan al desnudo lo peor de los seres humanos. Las tragedias muestran sin vergüenza el estado de las cosas con la alcahuetería de la mayoría de medios de comunicación.
Pero Mónica, nuestra protagonista en medio de la angustia prefiere destacar muestras de solidaridad que no tienen los gobernantes. Prefiere contar y agradecer a los campesinos de la región, A la gente de la carretera San Francisco Mocoa, por el momento único camino de herradura para salir del atolladero en que los politiqueros han dejado al sur de Colombia.
Cuando se levantaban las banderas de la protesta en contra del Estado que ha permitido el abandono y la desgracia para suroccidente colombiano, la respuesta era de bala y plomo, de miseria y represión y claro, porque Nariño especialmente no aporta mayor cosa en el producto interno bruto del país. Toman esta región como una despensa donde poco importa su gente, no importa el progreso, los ricos cada vez más rico y las mayorías empobrecidas por doquier.
Qué se aprende con esta travesía, pregunté a Mónica, una madre que tenía que llegar a Manizales porque su hija comenzaba clases, en la nacho, la universidad nacional de Colombia.
La idea es cerrar las puertas a tanto oportunista. La idea es que si en el plazo que ha dado el gobierno de Petro no se vislumbra soluciones básicas, se movilice el pueblo de Nariño reclamando la declaratoria de la emergencia económica y social.
Pero esa dirigencia regional entregada a los politiqueros tampoco se salva de culpa por mirar a otro lado.
Esos falsos dirigentes también deben ser señalados como responsables por callar y venderse por un plato de lentejas.
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